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Luis Ortega

Gentes y asuntos

Luis Ortega

Potaje

Un constipado molesto –e inoportuno como todos– creció mis razones diarias de radio y televisión, me alejó de mi viejo y cómplice PC y me provocó, pese a la dieta de alimentos y noticias, un temporal empacho de lo mismo. Entonces recordé a un amigo de pensión y colegio mayor y a su expresivo fastidio cuando, dos veces por semana cuando menos, nos espetaban un desabrido y tibio plato de potaje.

Desperté con un criminal episodio de la barbarie de Putin, otro más, y la respuesta mesurada, tanto que asquea, y el patético bochorno de las democracias occidentales que solo puede crecer ante la ineficacia de las sanciones de la comunidad internacional y sus órganos representativos. A la pasada del sátrapa de Moscú le acompañaron actos y dichos recientes pero con resabios añejos, gastados, viejunos, no importa quiénes los pronuncien.

Sin datos y con blindados argumentarios, el gobierno y la oposición, la patronal y los sindicatos siguen enzarzados en una política estéril y confusa sobre los impuestos, porque el PP pide rebajas generales y el gobierno crea nuevas imposiciones para empresas y los pudientes. La más visible utilidad de este debate sirve para demostrar dónde está cada cual en el tablero.

A partir de un libro testimonial –Morirán de forma indigna , de Alberto Reyero, entonces consejero de la Comunidad de Madrid– se desató una tormenta verbal y mediática que puso sobre el tapete a más de treinta y cuatro mil fallecidos en las residencias de mayores en los albores del Covid 19 y los protocolos que, según parece, impidieron su traslado a los hospitales públicos. La dialéctica alrededor de este negro caso es tan turbia, acre y bochornosa como el fondo de la cuestión: elegir a quienes tienen derecho a la vida y el alcance de la gestión de la sanidad pública que pagamos todos. Como era previsible no habrá investigación parlamentaria.

Con cuatro años de retraso, y tras solemne anuncio en la apertura del año judicial, Carlos Lesmes dimitió al fin de la presidencia del CGPJ y del Tribunal Supremo; la larga espera resta dignidad y estética a su decisión y, acaso por nuestras ganas más que por la dura realidad, vimos unas partículas de luz, unos milímetros de acercamiento entre los primeros partidos del país, tras la reunión de urgencia celebrada el lunes tras el abandono de funciones del peculiar magistrado. Lo decimos con relativo optimismo, porque mañana puede ser otro día para la gresca.

El anunciado y aparatoso despertar del volcán Strómboli, en la isla siciliana del mismo nombre, produjo el momentáneo susto de sus naturales pero, hasta ahora, su evolución parece discurrir dentro de sus constantes, desde su aparición en 1930.

En otra situación y con otros modales hubiera sido un lujo pirotécnico para las expresiones bárbaras que padecimos los últimos días. Por un lado, la diarrea verbal de un machista confeso desde la ventana de un colegio mayor, dirigida a un centro vecino y femenino, cuyas destinatarias, de algún modo, justificaron y asumieron la retahíla de insultos y obscenidades. Después llegaron justificaciones y matizaciones de parte y parte para suavizar el escándalo y, desde luego, para quien las compre.

La apoteosis del despropósito y el castigo que me propinó el catarro fue la concentración de la ultraderecha en Madrid, en una versión cutre de las exaltaciones franquistas, pero con la presencia real o virtual de líderes extremistas, más o menos desgañitados, y con el feminismo, la inmigración y la Unión Europea en la diana de sus invectivas y maldiciones.

La puesta en escena con figurantes disfrazados que, entre lo ridículo y lo patético, pretendieron contar una sectaria historia de España; el tono machote con el que representaron las glorias patrias; la sintonía de la manifestación –¡Vamos a volver al 36!– a cargo de unos rockeros ultra, y el acre y simplón tono de los discursos convirtieron el acto en una insoportable mascarada para todo aquel que no comparta su ideario totalitario.

A lo mejor no fue tan grave pero ya sabemos que los estados gripales bajan las defensas y las esperanzas. Mañana será mejor y sin potaje.

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