Opinión
Del Palacio de Buckingham a La Corujera
Me dijo un lord inglés en el Sitio Litre que la reina jamás ha pedido perdón por nada. No por su carácter de infalibilidad, sino porque en la estricta educación victoriana su código de conducta vetaba cualquier muestra de debilidad ante sus súbditos. Sin embargo, esa coraza de mujer impasible e insensible a los problemas del común ha quedado en entredicho tras el sorprendente descubrimiento en el Semáforo de Igueste de una carta con la rúbrica de la Reina Isabel II en la que dedica unas entrañables y afectuosas líneas al justo y honorable pueblo de Tenerife. La misiva, que a contraluz la Interpol verificó que efectivamente era de puño y letra de la soberana, comenzaba con un soneto ciertamente desconcertante: «Debo una explicación a los tinerfeños, porque nosotros no somos tan insolentes, y te lo digo yo que tengo más años que un bosque». La reina inauguraba su escrito requiriendo disculpas por la desatinada actitud de sus compatriotas en el siglo XVIII y las pedas de sus díscolos pubertos en una plaza inexpugnable como Las Verónicas. «A Nelson se le fue el baifo, pero ustedes, coño, lo arreglaron con un cañonazo que le arrancó un brazo, y ahí nos dimos cuenta que lo mejor era esperar a que Ryanair operara con el aeropuerto Sur». Sin paños calientes, Isabel II evocó el error de Churchill cuando planteó durante la Segunda Guerra Mundial la posibilidad de conquistar Canarias, acción que se desactivó por la falta de apoyo de Estados Unidos. Tras unos primeros versos de arrepentimiento comedido, la carta acogía con aflicción una situación propicia para jincarse un tuno: «Los ingleses de bien no somos como los que van a Las Verónicas o los que residen en Downing Street. Yo me lanzo dos gintonics al día y perfectamente cumplo con mi agenda real, pero me consta que mucha de esta gente se comporta así por los efectos del zaperoco. Algunos fuman, orinan y beben en los vuelos que salen de Gatwick para evitar los airones y porque se les vira el buche; pero no se olviden que ustedes permitieron ese turismo». Hasta la publicación de esta carta, se ignoraba por completo la primera y única visita de la soberana a Canarias. Fue en Tenerife a mediados de 2020: «Felipe y yo queríamos salir del follón de Buckingham, y le dije, moreno, vámonos a La Corujera a comernos unos chicharros fritos y una cuarta de vino de la Galana, que estoy cansada de los sándwiches de pepino. Luego le decimos a Cameron que pase por la Gasolinera de Granadilla y compramos lotería, que un día de estos me quitan el negocio». Isabell II reconoció que durante su viaje quedó prendada por la belleza del Hotel de Añaza y la música de Pepe Benavente y los Tres de Canarias, a quienes vaticinó un futuro prometedor. En su despedida, suplicó al honorable pueblo de Tenerife que la tuviera presente y que dispusiera como mejor gustara de este documento. «Sin más, me despido de ustedes disculpándome por los calcetines con cholas de mis conciudadanos y, si me lo permiten, me gustaría compartir con vuestra merced una predicción que estoy segura que acertaré: la Unión Deportiva Las Palmas no sube este año. Cuiden lo que tienen, que la cosa no está para distraerse con boberías».
@luisfeblesc
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