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Alfonso González Jerez

Retiro lo escrito

Alfonso González Jerez

Estómago y cerebro

En las últimas 48 horas han sonado las trompetas de la dicha para anunciar la disminución del desempleo en Canarias. El primer trompetista, por supuesto, ha sido Ángel Víctor Torres, entusiasmado porque en septiembre el número de parados en las islas cayó en 1.628 personas. Por supuesto le siguieron durante horas y horas todos los coros y danzas del Gobierno en las redes sociales. La coordinadora de Podemos Canarias y directora general de Juventud, Laura Fuentes, repitió la cifra y proclamó «frente al catastrofismo y la mentira, la rotundidad de los datos». Y por supuesto: «seguimos impulsando una Canarias que avance por la senda de los derechos, la protección social y la justicia laboral».

Vete a saber a lo que llama Fuentes «catastrofismo y mentira». Probablemente consiste en lo que hace cuatro años denominaba «lectura crítica y control de la acción del Gobierno». Porque ninguno de los beneficiarios o apologetas del Ejecutivo ofrece, por supuesto, una explicación mínimamente pormenorizada de esta pequeña bajada del desempleo. Por ejemplo, cuántos de estos nuevos empleos han sido creados por las empresas y cuántos por las administraciones públicas. O el porcentaje de fijos-discontinuos que incluye y que ahora se consideran nominalmente como indefinidos. O si alguno de los nuevos flamantes puestos de trabajo está ocupado por parados de larga duración o por jóvenes menores de 25 años. Por cierto: a ese ritmo mensual Canarias no alcanzaría el pleno empleo hasta dentro de una década, dicho sea para moderar un fisco este chiflado entusiasmo gubernamental. Por otra parte, ¿qué puñetera política económica han desarrollado Torres y sus cuates en los últimos tres años? Salvo un reparto munificente de subvenciones, subsidios, créditos y ayudas absolutamente ninguna, como no ha existido política laboral que merezca tal nombre. Ha sido un Gobierno dizque progresista que no ha acometido ninguna reforma política, administrativa, económica o tributaria de calado. Ha sido un Gobierno volcado en el fuego de artificio de nuevos derechos con minúsculos efectos en la vida cotidiana de los ciudadanos y el chisporroteo de la pasta gansa gracias a las transferencias llegadas de Madrid y de Bruselas. Román Rodríguez proyecta los presupuestos generales «más expansivos» de la legislatura, es decir, de la historia de la comunidad autónoma, porque ya se sabe que nada mejor que aumentar todavía más el gasto público mientras se endurecen las condiciones de la deuda y la inflación continua desbocada. En España pero también en Alemania –locomotora económica del continente– y el Reino Unido, nuestros principales clientes turísticos.

Si quieren atisbar el proyecto presupuestario de Canarias para 2023 se puede echar un vistazo al que al fin pactaron la ministra María Jesús Montero y su equipo con los representantes de Podemos. Van a subir las pensiones un 8,5%, lo que supondrá una factura que rebasará los 17.000 millones de euros más el próximo año. Habrá que transferir más dinero a la Seguridad Social para que el sistema no reviente. Para que se hagan una idea en los tres últimos meses del presente año Montero debe inyectar a la Seguridad Social 12.000 millones de euros. El otro caladero de votos es el de los funcionarios. Antes de fin de año van a recibir una paga de 500 euros y en 2023 su salario se incrementará un 3,5%. En los próximos tres años podría llegar a un máximo del 9,5% en función de la variación del IPC armonizado. Por supuesto, es una chifladura. Pero el próximo mayo se celebran elecciones autonómicas y locales y en noviembre elecciones generales. Para cometer todas estas terribles imprudencias hay que tener mucho estómago y muy poco cerebro.

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