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José María de Loma

Los inquietantes

No es que Dios los críe y ellos se junten. Cada uno se ha bien criado en su casa pero ahora, como cuando la ideología necesita al dinero, Macarena Olona y Mario Conde han decidido formar pareja de conferenciantes y están de gira por España como rockeros nuevos, como toreros ilusionados, como expendedores de crecepelo, como charlatanes para unos y predicadores de la buena nueva para otros. Si hoy es miércoles esto es Getafe. Mario Conde ha perdido la capacidad de embaucar pero no el brío. Tampoco la gomina. Los años le han quitado kilos y le han añadido verborrea. Dice que sería «un demente» si fundara un nuevo partido, pero todo el mundo sabe que respecto a estas cosas de la política cuando se dice nunca se quiere decir tal vez y cuando se dice jamás se está diciendo que siempre. «No es no» es vete a saber y «sí es sí» es ya veremos. Mario Conde ya nos dio a conocer su pensamiento político con un libro: El sistema. Cobró los derechos de autor y se integró de nuevo en el sistema. No prosperó como escritor. Tampoco como antisistema. Tiene sus memorias por escribir, pero tal vez se acuerda solo de lo que le interesa. Desencantado con la palabra escrita, prueba con el micrófono. Acabará haciendo un programa nocturno.

Olona ha dicho que si Vox falla ella sí estaría dispuesta a crear otra formación. O sea, si hay gatillazo de Abascal ella creará un aparato más potente que taladre mejor al electorado, aunque visto lo que ha conseguido en Andalucía, con una campaña disparatada y folk, errática e intimidante, deberá entrenar mejor cómo ser líder Andalucía se le ha quedado pequeña y no ha conseguido presidirla ni entrar en el Gobierno ni ser relevante. El papel que pueda interpretar Mario Conde a partir de ahora no es una incógnita, ya sabemos qué escenarios le gustan, pero sí puede ser novedoso ese cóctel entre resentido del sistema y ultra reconvertida al realismo. Y con Vox como posible gran enemigo. La política hace extraños compañeros de conferencia. Olona y Conde, Conde y Olona. Gastan zapatos italianos. Por ahora un buen cartel para las plazas de segunda. Inquietan.

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