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¿Inestabilidad emocional en otoño?

Seguramente habrás notado, o conocerás a alguien, que al llegar el cambio a estaciones cómo cambian su estado de ánimo. Los cambios de estación, sobre todo los de primavera y otoño, también generan cambios emocionales. Los cambios respecto al número de horas de luz solar y la temperatura también hacen mella en nuestro estado de ánimo.

Es cierto que a no todo el mundo le afecta de la misma manera. Hay quienes viven estos cambios con entusiasmo e ilusión adaptándose perfectamente a los cambios climáticos, mientras otras personas tienen que hacer frente a una serie de desequilibrios emocionales provocados por el cambio de estación. Los estudios han demostrado que la «depresión estacional» afecta más a mujeres que a hombres, especialmente en edades comprendidas entre 20 y 40 y sobre todo si antes de entrar en este cambio estacional ya existía un trastorno de ansiedad o depresión.

La clave de esta tristeza y del estado de ánimo depresivo en otoño e invierno tiene que ver con la disminución de la luz solar más que con el descenso de la temperatura. Con la disminución de la luz, nuestro organismo tiene mayor dificultad para generar serotonina, un neurotransmisor relacionado con el estado de ánimo y la estabilidad emocional, así como la caída de los niveles de vitamina D (asociada a la luz solar) que previene la depresión. Además, la menor intensidad lumínica también incide en el incremento de la producción de melatonina, una neurohormona que facilita el sueño. Esto último explica la somnolencia y el cansancio casi permanentes asociados a la depresión estacional. Las personas afectadas se sienten más cansadas de lo habitual, más tristes, con ganas de estar más tiempo solas y con más apetito.

Algunos consejos:

1. Lo primero que debes saber es que la «depresión otoñal» es una sensación, no una enfermedad. Tras el verano, nuestro cuerpo debe adaptarse a las nuevas condiciones de luz, humedad y temperatura. Un proceso que suele tardar, de media, dos o tres semanas. Nuestro cuerpo necesita un periodo de adaptación a los nuevos horarios y la disminución de horas de luz solar y mientras no se produce, nos sentimos más cansados. En caso de que pasadas tres semanas continúen los síntomas, o que aparezcan antes del cambio estacional, es recomendable acudir a un especialista ya que, al ser transitoria, sí pueden afectar a personas que sufren estados depresivos o de ansiedad produciendo recaídas.

2. Adapta la alimentación al cambio de estación. Incluye alimentos ricos en triptófano.

3. Practica la actividad física. Ayudarás al organismo a liberar endorfinas y a controlar el sistema nervioso simpático por lo que disminuirá lo niveles de ansiedad y aumentarán las sensaciones positivas. Incluye en tu día a día una actividad ligera y regular. Caminar 30 minutos todos los días a buen paso es suficiente.

4. Procura estar en estancias iluminadas por el sol. Así podrás compensar el factor causante, el descenso de luz. La luz solar es un medio para aumentar la serotonina.

La disminución de luz natural da lugar a cambios químicos, segregando menor cantidad de serotonina (sustancia estabilizadora del estado de ánimo), y aumentando la melatonina (hormonas que controlan los ritmos del sueño). Por lo tanto, cuando hablamos de «depresión otoñal» no estamos hablando de un trastorno de estado de ánimo, sino de un periodo de readaptación de nuestro organismo que hasta que no se produce da lugar a sensaciones de decaimiento físico e intelectual de manera transitoria. Dale la bienvenida al otoño y no te alarmes. Cuestión de tres semanas a lo sumo para que tu cuerpo se adapte.

Tamaradelarosapsicologa.com

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