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Luis F. Febles

La Policía de la Moral

La Policía de la Moral. Podría ser perfectamente parte de la estructura literaria de Orwell, pero nada más lejos de la realidad. Son los encargados de impartir y asegurar el orden en pleno siglo XXI en un país sospechosamente desarrollado como Irán. Aparejado a este cuerpo represor están los centros de reeducación. La función principal de la policía de la moral o Gasht-e Ershad (Patrullas de Orientación) es velar para que se cumplan las normas del pudor de hombres y mujeres, además del draconiano código de vestuario que incluye que todas las mujeres usen el velo y prohíbe el uso de pantalones ajustados, jeans rotos, trajes de colores vivos, que la ropa deje al descubierto las rodillas y aconseja que las mujeres no usen maquillaje ni oigan música en sus automóviles. Tal y cómo explica France24 en un reportaje sobre la situación actual en Irán, tienen la potestad de amonestar a los sospechosos, imponer multas o detener a los ciudadanos y llevarlos a centros de reeducación, abiertos recientemente. Se estima que hay 7.000 efectivos encubiertos reportando desde diferentes lugares, con frecuencia espacios altamente concurridos. Algo muy parecido ocurrió durante la dictadura de Franco en España con el Patronato de Protección a la Mujer, una institución que se encargaban de controlar la moral de la población femenina. Eran conocidos popularmente como colegios, aunque la realidad los desenmascaraba como reformatorios que reforzaron sin pudor la espada de la represión franquista entre las mujeres de entre 16 y 25 consideradas en aquella época como descarriadas. Denunciadas por desconocidos, familiares o de oficio, el Patronato se quedó con la tutela de incontables mujeres que fueron condenadas sin juicio y privadas de su libertad. Del Patronato poco se ha sabido tras la dictadura, a pesar de que sus prácticas se extendieron hasta 1985, cuando las tutelas de las menores de edad que quedaban bajo su protección se extinguieron y los últimos reformatorios cerraron rodeados de polémica. En su momento fue Franco, y, ahora, el régimen iraní, no han podido impedir que miles de mujeres reivindiquen en la medida de sus posibilidades la libertad como medio de vida. En Irán han salido a la calle sin velo y quemando sus hijabs en señal de protesta pese a la dura represión por parte del Gobierno que hace lo posible para que el mundo no conozca la realidad de un país con derechos de la Edad Media. Similitudes entre dictaduras militares y religiosas, con dimensiones diferentes pero que nos retrotraen a épocas oscuras que algunos pretenden que olvidemos. Hoy es Irán, ayer fue España, y mañana, puede ser Europa. La lucha por las libertades debe ser un derecho fundamental que cuente con el apoyo de la mayoría, porque parece que Occidente está dormido y no se ha enterado que dos calles más arriba están matando a sus mujeres. Sí, asesinándolas como a Masha Amini, una joven de origen kurdo que fue detenida por la Policía de la Moral y llevada a un centro de reeducación. Su delito había sido llevar mal puesto el velo. Se las ingeniaron para edificar una versión oficial que se sustentaba en un supuesto paro cardíaco, pero diversos testigos han asegurado a medios de comunicación que fue golpeada dentro de la furgoneta que la transportó a la comisaría y que tenía signos de maltrato. Ese es el problema de mirar para otro lado, que todo se queda en pasar una página del periódico o leer una información en los medios digitales que nos cuentan el día a día en países como Irán. En la España del totalitarismo también se creaban extravagantes versiones oficiales sobre mujeres, homosexuales e izquierdistas que morían en el hospital. La lucha de las mujeres es una batalla universal.

@luisfeblesc

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