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Isidoro Sánchez

Gota a gota y agua para siempre y para todos

En la Exposición Internacional del Agua que se celebró en Zaragoza en 2008, siendo presidente del gobierno autónomo de Canarias Paulino Rivero Baute, las Islas Canarias participaron con un lema muy claro: «Canarias gota a gota». Era el reflejo del esfuerzo y del ingenio de la población para desarrollar la ingeniería hidráulica, ensayando y probando las diferentes técnicas en cada uno de los medios de captación del agua. De las gavias en Fuerteventura, de los aljibes en Lanzarote y El Hierro, de los pozos y galerías en Tenerife, de los grandes embalses y pozos en Gran Canaria, de los trasvases de agua en La Palma, de las presas en La Gomera. La administración canaria mostró en diferentes paneles de la exposición cómo la escasez de recursos hídricos naturales ha promovido que Canarias se haya convertido en un laboratorio del agua y en un referente mundial de tecnología y planificación hidráulica. Afortunadamente me invitaron a que presentara el libro Garoé que había escrito el año anterior, 2007, y pude contar la historia que conseguí investigar acerca de la lluvia horizontal que caracterizó al Til del barranco de Tigulate, el árbol sagrado de la familia de las lauráceas de los aborígenes herreños, los bimbaches o bimbapes, desde tiempos de la conquista de la isla del Meridiano cero hasta la actualidad pasando por el vendaval de mayo de 1610 que acabó con su vida.

Como bien apuntó el presidente Rivero, nos habíamos adelantado a tomar conciencia de la escasez de agua que caracteriza el planeta, por eso llevamos años aplicando técnicas que facilitan el bajo consumo del agua, es decir, ahorrando el líquido elemento como bien se aprendió en Israel con el riego por goteo. Hablamos de la perforación de galerías y pozos, de la desalación del agua para el uso cotidiano y la reutilización de las aguas depuradas. No obstante, a pesar de racionalizar el consumo del agua, un bien escaso, se sigue investigando en la aplicación de las energías renovables sin olvidar que el agua debe ser apreciada gota a gota en todas las islas. En unos edificios insulares de Canarias, uno de los archipiélagos de la Macaronesia, y cruce biogeográfico en el Atlántico Medio entre Europa, África y América, políticamente una de las regiones ultraperiféricas de la Unión Europea y vecina del continente africano. Somos unas islas que estamos en riesgo por culpa del cambio climático y de su impacto en los niveles del agua en las costas, como bien nos lo recuerda en sus crónicas habituales, Dulce Xerach Pérez, abogada y doctora en arquitectura.

«Gota a gota» sí pero con agua para siempre y para todos, aprovechando el comentario que bien apuntó recientemente la economista, senadora por Madrid y antigua ministra de Medioambiente, Cristina Narbona, al tratar del nuevo enfoque que la sociedad española tendrá que afrontar respecto al cambio climático a fin de evitar la sobreexplotación y la contaminación de los acuíferos. La incorporación de la presidenta del PSOE a nuestras reflexiones nace como consecuencia de su profesión y de sus cargos en el mundo medioambiental a la hora de tratar el agua dulce para todos y para todo, por lo que es importante tener en cuenta su opinión acerca de la desalación del agua del mar. Apunta que la desalación requiere hoy un 50% menos de energía que hace tres décadas hasta el punto que el ministerio de Transición Ecológica tiene previsto promover el uso de energías renovables en las plantas y optimizar su producción, integrándola con el resto de los recursos hídricos y las capacidades de almacenamiento. Otra de las razones de analizar sus comentarios se deriva de un proyecto Hydrorotava que quisimos diseñar los hermanos EDIS, (Eduardo e Isidoro Sánchez) al redactar el libro La Orotava energética, donde consideramos conveniente incorporar el citado proyecto al programa Restor-Hydro en base a las dos históricas centrales hidroeléctricas orotavenses: Hacienda Perdida (1894) y La Abejera (1935). Como objetivo del proyecto Hydrorotava se fijó suministrar electricidad a las comunidades agrícolas locales afectadas, de manera sostenible y económicamente viable. Se pensó en aprovechar un barranco muy singular, el de La Arena, sito en una esquina del valle de Taoro, municipio de La Orotava, que nace en la cuenca hidrográfica de Aguamansa, con una longitud de unos 9 kilómetros entre los mil metros de cota sobre el nivel del mar, zona de Mamio al pie del monte público de La Orotava, y el Atlántico en la zona de El Rincón. Consistía en desalar el agua del mar mediante la energía eléctrica resultante de la combinación de fuentes renovables, principalmente fotovoltaicas, con algo de minihidráulica para su elevación a través de las infraestructuras existentes a lo largo del barranco, como son la Charca de los Ascanio, privada y con una capacidad de unos 300 mil metros cúbicos, situada a unos 300 metros de altitud, hasta la balsa de Balten, en Aguamansa, a unos 1000 metros de altitud con capacidad de 148 mil metros cúbicos. Es que la electricidad de fuentes renovables además de positiva para el medio ambiente es más barata. Y como lo pequeño es hermoso queremos aprovechar el poder energético del agua en El Rincón de Taoro, derivado del binomio agua-energía.

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