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sol y sombra

Degradación

Una imagen impactante de la degradación política es Berlusconi diciendo que Putin, su amigo, solo quería cambiar a Zelenski por «gente de bien». Il Cavaliere es un mafioso caduco pasado de vueltas que ha visto reducido su papel de vendedor de motos al de comparsa en la foto con Meloni y Salvini, los filofascistas que parece ser han ganado las elecciones en Italia, pero sus palabras insultan la razón. Según él, Putin, el pobre, únicamente quería lo mejor para Ucrania, por eso pretendió un monigote en Kiev como el de Bielorrusia en Minsk. Berlusconi debe de pensar que este tipo de cosas están bien y por eso no entiende cómo los ucranianos se han sentido agredidos por la invasión del vecino. Cree más en Putin que los propios rusos que escapan del país con el fin de evitar ser reclutados en el metro para combatir en la disparatada guerra emprendida por el Kremlin.

La capacidad de los italianos para asumir la renovación de su gobierno se encuentra con la paradoja en que en la derecha a la que recurren figura nuevamente Berlusconi. Ya no compran su mercancía como hace tres décadas, pero al lado de Meloni y Salvini sigue estando el viajante que, como escribió Montanelli, si se pusiese a producir y vender orinales se dispararía la urgencia de mear en toda Italia. Tiene 85 años y esa imagen de payaso de piel estirada se ha acrecentado con el paso del tiempo. Con ella, también el delirio de defender a su «hermano pequeño» cuando Bruno Vespa, el legendario presentador de televisión, le pregunta por Putin y la invasión de un país por parte de otro. La «gente de bien», esa que su «hermanito» quería poner al frente de un país soberano, o los propios votantes de Berlusconi, definidos también de esa manera, levantan las peores sospechas. No digo ya la inquietud que las urnas arrastran en una Europa que lucha por librarse del populismo.

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