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Wladimiro Rodríguez Brito

El mundo rural: algo más que flora y fauna

Numerosos agricultores me comentan que la crisis agraria ha generado un gran número de fincas abandonadas y que eso está empujando a los agricultores que quieren seguir cultivando a tirar la toalla. La propagación de la mundicia (animales ruines y dañinos) y parte de la fauna de toda la vida, más las ratas y otros animales asilvestrados, unido a la ampliación de los terrenos balutos –sin gestión– han provocado que las zonas cultivadas queden reducidas a pequeños islotes. Además, se ha aumentado la carga biológica y hostil en el entorno que han de soportar los agricultores.

Hasta hace unos años, la Administración realizaba campañas para frenar la propagación de las ratas y también teníamos un amplio número de campesinos que actuaban y cuidaban el mundo rural con actividades de caza, pastoreo y barbecho. También retiraban la leña muerta, limpiaban los entornos de las zonas pobladas y cubrían la demanda de hojas y ramas para las camas del ganado y para abonar los campos.

Es decir, teníamos una humanización del territorio. Había un alto porcentaje de la población que vivía en el mundo rural y había miles de cabezas de ganado que se alimentaban de lo que producía la tierra.

Hay razones básicas que nos obligan a realizar otra lectura sobre el campo y los campesinos, tanto por temas de seguridad –retirada del combustible para prevenir los incendios forestales– como por la alimentación para cubrir parte de la demanda que hace nuestra población.

Leer lo que está ocurriendo en la actualidad con el sacrificio de la ya reducida cabaña ganadera de las islas en más del 40% y de nuestra dependencia del exterior debe hacernos reflexionar.

Ante esta situación, no estamos planteando la limpieza de los montes y labrar una amplia superficie de terreno que pueda producir alimentos. No nos hemos enterado de la guerra en Ucrania. Tenemos los mayores índices de paro joven de toda España y no se puede permitir que nos digan que en La Palma las cabras tienen que mirar para Ucrania y no facilitemos el pastoreo y la siembra de forraje en gran parte de las islas, algo que nos haría ser menos dependientes del exterior.

El agro tiene que jugar otro papel. Hay que hacer otra lectura de los alimentos, y el entorno en Canarias, ya que el coste de los combustibles nos sitúa en otra dimensión debido a la guerra de Rusia y Ucrania. El coste del transporte y la conservación de alimentos ha subido un 90% en algunos casos y los fertilizantes se han incrementado en un 150%.

Hoy tenemos que hacer una nueva lectura la agricultura y la ganadería, que no pueden seguir por los actuales caminos. Hemos de producir aquí y ahora los alimentos que antes obteníamos. Es poco entendible que los campos en Canarias estén cargados de lo que ahora llaman los forestales combustibles y apenas tenemos pastores y agricultores en un territorio con los índices de paro juvenil más altos de la Unión Europea.

Estamos sacrificando parte de la mermada cabaña ganadera por el alto coste del forraje y porque los precios que le pagamos a los ganaderos son, en muchos casos, miserables. Tenemos que plantear de manera clara otra política agroambiental, con una lectura a corto, medio y largo plazo. Es urgente cuidar al máximo lo que tenemos y realizar un planteamiento en un nuevo marco insular y territorial sobre el agro y el futuro de este y los problemas generados por la falta de fertilizantes.

Es urgente un planteamiento agroambiental en Canarias dado el nivel de abandono del agro –es evidente que hace falta un relevo generacional– y la separación entre población, naturaleza y agricultura y la actual coyuntura internacional, no solo por los productores tradicionales de grano como Rusia y Ucrania, sino también por el freno en la exportación de fertilizantes por parte del mayor exportador mundial.

Hemos de mirar para el campo con más respeto y cariño y dignificarlo en el plano social y económico. Los responsables políticos deben entender que la próxima campaña electoral tiene que ver con el estómago y que la sociedad pedirá responsabilidad por la gestión del agro y la naturaleza. El campo volverá a ser algo básico en la vida de los pueblos.

Es elemental que los políticos tomen medidas que penalicen las tierras balutas para favorecer la agricultura, la ganadería y la incorporación de jóvenes al campo con salarios dignos y suficientes. Hay que promover leyes que favorezcan las actividades agroganaderas para impulsar la producción de alimentos y tener un medio ambiente más sostenible. El estómago tiene exigencia a corto plazo, pero la mejora de la agricultura y la ganadería requiere una lectura con luz larga y estamos obligados a una nueva lectura que, entre otras cosas, dignifique el ayer para sembrar el mañana.

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