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Jorge Bethencourt

EL RECORTE

Jorge Bethencourt

El No-Rey

El entierro de Isabel II se convirtió, en España, en un asunto accesorio. Un mero decorado para escenificar nuestro propio drama nacional: especular cuándo y dónde se iba a producir el encuentro entre el padre, el hijo y el espíritu santo hispano.

La prensa carnívora –o sea, toda– se lanzó a por la presa. Unos asegurando que no habría una foto presuntamente corrosiva para la reputación real. Otros insistiendo en que se había cometido un grave error por parte del No-Rey padre asistiendo al funeral de la ya No-Reina británica. Y que se tendría que haber quedado en su exilio árabe. Y otros, por último, señalaban que al final el protocolo les pondría juntos (que fue lo que pasó). O sea, que mal si había foto y mal si no había foto. Ni contigo ni sin ti tienen mis penas remedio.

Como al No-Rey exiliado le habían invitado a título personal desde la Casa Real británica había que echar mano también de otros argumentos, como por ejemplo recordar que existe una causa judicial abierta en Gran Bretaña contra Juan Carlos, iniciada por su ex amiga Corinna Larsen. A nadie se le ocurrió, por cierto, que puestos a hablar de causas judiciales inquietantes, al príncipe Andrés le tuvo la justicia norteamericana en el punto de mira por un sonado caso de pederastia que le vinculaba con el millonario Jeffrey Edward Epstein, suicidado en la cárcel después de ser considerado un depredador sexual. Un caso que se arregló haciendo un enorme donativo a la víctima que le acusaba.

Mucha gente considera insuficiente que el No-Rey Juan Carlos abdicara en su hijo y se marchara de este país, que es el suyo, después de haber traído la democracia para terminar, más tarde, metiendo la pata muy bien metida. Reprochan que no haya pedido disculpas públicas y que la inmunidad que disfrutaba como monarca –que está en las leyes que nadie ha cambiado– no justifica que tuviera dinero negro en países extranjeros. Porque si el primer español, que es el Rey, defrauda a Hacienda, comete un delito de lesa traición.

No es un argumento baladí. Así que deberíamos pensar una solución a gusto de todos. Se me ocurre que cuando el Gobierno de España apruebe el piadoso indulto para el No-Consejero y No-Presidente de la Junta, José Antonio Griñán, condenado, junto a otros, por los 700 millones públicos que volaron en Andalucía, se aproveche para indultar también al No-Rey. Y luego ya, si eso, que los juzguen a los dos, si quieren, en la Gran Bretaña y lo contamos desde aquí.

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