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Francisco Pomares

Del CIS de Tezanos como clásico

Tezanos lo ha hecho de nuevo: el CIS vuelve a situar al PSOE como futuro ganador de las próximas elecciones legislativas, 0,7 puntos por encima del Partido Popular, contra lo que pronostican machaconamente todas las encuestas que se realizan en este país, incluso las de los medios más próximos al Gobierno sanchista.

El cambio del CIS resulta chocante: el pasado mes de julio, las encuestas de Tezanos acusaron por primera vez las consecuencias el creciente deterioro del cesarismo populista de Sánchez, colocando al PSOE dos puntos por detrás del PP. Dos meses después, frente a los casi siete puntos de diferencia a favor del PP que pronostican hoy de media los sondeos de las empresas demoscópicas privadas, el CIS ha decidido que el PP pierde 1,6 puntos, mientras Sánchez aumenta uno. Se trata de una remontada importante para los socialistas…

Para lograr esos resultados, Tezanos ha tenido que meterse muy a fondo en la cocina, porque los datos brutos recogidos durante el trabajo de campo –que el CIS tiene que acompañar en sus informes– arrojan en este último un voto decidido y un voto más simpatía siempre favorable al PP. Tezanos le ha dado con ahínco a los fogones, derritiendo votos de derechas al sartén y esponjando hasta el punto de suflé los sufragios del PSOE. No ha sido, empero, un trabajo muy fino: el informe mantiene el retroceso de Vox que también vaticinan el resto de las encuestas realizadas entre julio y septiembre, pero como el PP baja, los votos de Abascal van a parar a ¡¡¡Ciudadanos!!!, resucitando por sorpresa las posibilidades de Arrimadas. Otras cosas muy llamativas del sondeo Tezanos son el estancamiento de Podemos (que ni sufre ni padece), o el aumento de ERC a costa de Junts. Los partidos socios o potenciales socios del Gobierno no tienen muchas dificultades para salir bien retratados en el paisaje que nos pinta el CIS. Pero cuando llega el momento de medir la opinión que los españoles tienen de sus líderes, la cuestión se complica, porque ahí la cocina ya no funciona demasiado: los encuestados dan su opinión, valorando entre cero y diez. Y punto. Luego se hace la media y no hay fogones que calienten los resultados, solo cabe la posibilidad directa de hacer trampas. Yolanda Díaz es la que mejor sale retratada, pero ni ella aprueba: saca un 4,73, a pesar de lo simpática que es. Feijóo va segundo, con un 4,48, diez centésimas más que Sánchez, que debe tener un cabreo de mucho cuidado. Y detrás, el pelotón de los muy deficientes: Íñigo Errejón, Inés Arrimadas y Santiago Abascal, entre el dos y algo y el tres y algo.

El sondeo parece cortado con cúter, a escuadra y cartabón, para presentar a la opinión pública la visión que Moncloa tiene de la situación política española, y que este CIS entregadito de ahora nos ofrece: la que se avecina es una campaña a cara de perro entre la izquierda virtuosa y la derecha indecente, que puede inclinarse a favor de unos o de otros, en función de la movilización del personal. Esa es la estrategia que hace meses se diseñó en Ferraz y que pasa por convertir a Feijóo en un indocumentado, incapaz de dirigir este país, y condenado a entenderse con la ultraderecha si quiere comerse siquiera una mísera rosca. Muy poco que ver con lo que dicen los sondeos más importantes de los últimos tiempos: el de Madrid y el de Andalucía, donde la población encuestada en las urnas fue de millones de personas.

Por supuesto que Madrid y Andalucía no son toda España, pero aquí se trata de ponerle cabeza: si todas las empresas demoscópicas aseguran que el país está viviendo un vuelco a la derecha, y que el viraje es creciente desde hace meses, parece poco probable que la izquierda y los secesionistas logren superar en voto y diputados a la suma de la derecha y Vox. Habrá excepciones regionales, sin duda. Cataluña y el País Vasco son obvias, y hay quien cree que en Canarias se va a producir también un milagro similar. Lo cree Torres, que va por ahí asegurando a quien quiere escucharle que el PSOE canario mejorará dentro de unos meses en cinco o seis escaños. Torres no tiene un Tezanos propio, porque en Canarias la cosa demoscópica la controla Román Rodríguez, como casi todo.

Pero con Tezanos o sin él, la esperanza es lo último que se pierde.

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