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observatorio

Tiembla Huawei, tiembla China

No creo que se pusieran de acuerdo, pero la cuarta semana de agosto el fundador de Huawei, Ren Zhengfei, y el presidente francés, Emmanuel Macron, en sendos discursos (Ren, a sus empleados, aunque nadie duda de que sabía que se filtraría) advirtieron al mundo del tsunami que viene. Se referían a la economía, lastrada por la crisis energética, la inflación, la política china de cero covid, la guerra en Ucrania, el bloqueo de EEUU a empresas chinas y el cambio climático que incendia o inunda los campos del planeta. Un cóctel molotov que, aseguraron, estallará en recesión global.

«La próxima década será un periodo histórico muy doloroso», afirmó el fundador de la compañía tecnológica líder de China y referente mundial en infraestructura de telecomunicaciones 5G. Y añadió: «Huawei necesita (…) hacer de la supervivencia su credo más importante en los próximos tres años». El discurso se hizo viral en las redes sociales nada más filtrarse. Los internautas lo interpretaron no como un mensaje a los empleados de la mayor empresa china sino como una advertencia a toda la población.

Tras cuatro décadas creciendo a una media cercana al 10%, una bandada de cisnes negros sobrevuela China. En el segundo trimestre, el PIB aumentó solo el 0,5%, lejos del 5,5% anual previsto por el Gobierno. El continuo descenso del mercado de la vivienda desde el verano de 2021 se ha convertido en la peor pesadilla. Poco antes, frente al enorme apalancamiento de las constructoras, el Gobierno había impuesto una serie de restricciones a la concesión de créditos hipotecarios, lo que se tradujo en desconfianza, recesión del mercado de la vivienda y movilizaciones sociales, como la del boicoteo al pago de las cuotas hipotecarias a las promotoras, que en julio pasado sacudió la provincia de Henan.

Para paliar el entuerto y reactivar el mercado de la vivienda, el Banco Popular de China ha recortado los tipos de interés y estudia apoyar con una línea de crédito a un grupo selecto de desarrolladores. En contrapartida, tendrán que finalizar los principales proyectos inmobiliarios, cuyos retrasos desencadenaron las huelgas de los pagos hipotecarios.

La confianza es difícil de recuperar cuando EEUU no ceja en su empeño por frenar el avance de China. El presidente Biden ha ampliado a más de 600 las empresas chinas incluidas en la lista negra que prohíbe las exportaciones de tecnología estadounidense, en especial de microchips. Según la Casa Blanca, todas esas empresas tienen vinculaciones con el Ejército Popular de Liberación, argumento que se utilizó contra Huawei, que tuvo que suspender sus ventas de móviles después de ser el primer fabricante del mundo. Además, los controles de exportación impuestos por Washington en agosto, sobre software electrónico de diseño asistido por ordenador y dos sustratos de chips de próxima generación, suponen un imponente obstáculo para la ambición china de acortar la ventaja en alta tecnología que tiene EEUU.

El crecimiento de las exportaciones chinas, que podría ser un signo positivo, según Paul Krugman, es en realidad un símbolo de malestar interno. El Nobel de Economía considera que obedece a la búsqueda desesperada de mercados exteriores para paliar el estancamiento de la demanda interna.

Para colmo, el asfixiante calor y la sequía amenazan la cosecha del otoño y han forzado el cierre temporal de numerosas fábricas en el centro del país, donde la producción de energía hidroeléctrica se ha visto afectada por el bajo nivel del agua. Los cortes de energía también redujeron la extracción de litio, aluminio y cobre.

En medio de estos huracanes contra la economía china, las palabras de Ren Zhengfei (77 años) escondían un escalofrío aún mayor: la locura de un conflicto con EEUU en el Pacífico. Analistas de uno y otro lado ya hablan de la guerra inevitable por Taiwán.

A menos de dos meses de la celebración del XX Congreso del Partido Comunista Chino (PCCh), que comienza el 16 de octubre, Ren solo podía ser tan agorero con el consentimiento de Xi Jinping. El congreso debe renovar a la plana mayor del partido, incluido su jefe máximo. El argumento de que el mundo atraviesa un momento de gran incertidumbre y de que China precisa un líder fuerte y visionario que la guíe con éxito a través de las turbulencias puede jugar a favor de que la reelección de Xi sea sin límite de tiempo, es decir, que su mandato no tenga que volver a renovarse dentro de cinco años.

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