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Isabel II y las mujeres que no arrancan

Alcanzar la edad racional con el manejo de la lógica supone superar la infancia, con sus temores, dependencias, sentimientos de culpa, y hacerse autónomo, descubrirse con la fuerza del pensar personal. La celebración de ese tipo de facultades se extiende a la juventud, en la que no por casualidad arraigaba el pensamiento de izquierda, sustentado en dualidades antagónicas a la vez que maniqueas. La simplicidad que se predica de los idearios populistas lo es en realidad de la izquierda. Y no ya como ejemplo científico que da nuestro gobierno como lo hizo antes el del estadista Zapatero, sino porque funcionaba sobre un recetario mecánico, impersonal e inexorable: planificación económica, estatismo, reforma agraria, nacionalización de medios productivos, colectivismo. Era un esquema teológico de virtudes incontestables, que no admitía crítica ni revisiones. Exposición de diagramas por las que el mundo organizado sobre premisas generalistas, mecánica y ciegamente nos conduciría a la justicia absoluta y la riqueza general.

El buen funcionamiento del mundo dependía de una fórmula realmente sencilla y determinista: había de ser así, y es que racionalmente y por lógica todo debía acoplarse y poder determinarse. Como la vida no puede ser de tal elementalidad y simpleza, esas grandes ideas lógicas chocaban con la realidad y antes de revisar y desechar la dogmática primaria arremetían contra la realidad, con ríos de sangre, campos de concentración y hasta cien millones de muertos (las guerras de religión fueron de enorme modestia) o, ahora, éxodos bíblicos como el venezolano. Sánchez, aclamado en calles con escolta de emperadores, cuando compara la represión franquista con Camboya (cabeza leve, un tercio de la población ultimada allí) se le olvida, y cita a Birmania, cabeza tonta, que no existe, ahora es Myanmar. La izquierda siempre ha seguido fiel a las ecuaciones lógicas. A la subida de precios, racionamiento. Lo que nunca se le han dado bien son los entresijos de la inteligencia emocional, lo intuitivo, los sentimientos, que llevado a las ciencias humanas cercan la lógica elemental con la mitología, la hermenéutica simbólica, Historia de las religiones, semiótica, psicoanálisis, iconología. Las sociedades son mucho más complejas e intrincadas, más difíciles.

La aceptación general de la Reina Isabel II, se debe a la necesidad, para comprensiones profundas, de lo simbólico y mítico, la formalización estética y emotiva de actos y figuras con su liturgia aglutinante y participativa. Son resortes de la humanidad que sólo la cultura provee. Siempre mujeres: las reinas Isabel I, Victoria, Isabel II; o primeras ministras sólo conservadoras: Thatcher, May y Truss. No hay laboristas. No es previsible que en España miembras de izquierda se alineen alguna vez con planetas de progreso.

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