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Jorge Bethencourt

EL RECORTE

Jorge Bethencourt

El maldito PIB

Rebuznan por ahí que el PIB canario va a subir más de seis puntos este año. La razón es la cantidad de pasta que nos ha llegado en ayudas europeas. Y me pregunto si algún día se inventará una vacuna contra la ceguera política. Aunque llevamos toda la vida viviendo de ellas, las ayudas realmente no forman parte de lo que produce nuestra tierra: de los bienes y servicios que somos capaces de vender. O sea, que no deberían ser PIB, ni PIN, ni VAB ni cualquiera de los acrónimos con los que nuestros economistas definen la riqueza.

No existe ninguna lógica en que crezca el PIB y al mismo tiempo se dispare la pobreza. Y que los hogares de miles de familias empiecen a tener dificultades para mantener su nivel de vida. Por eso los datos, sin ser falsos, son una gigantesca mentira.

Canarias no va bien porque las cifras de nuestra sociedad nos muestran una enorme brecha de precariado laboral. Gente joven que no encuentra manera de empezar una vida digna con un trabajo decente. Gente mayor que lleva malviviendo desde la última crisis y que nunca volverá a tener empleo. Ancianos que esperan por una ayuda que no llega o que apenas pueden llegar a fin de mes con una pensión no contributiva.

La solución para el buen perroflautismo consiste en hacer más y más gordo al sector público. Hay ya ciento setenta mil personas que trabajan directamente para las administraciones en las islas. Y hay más ayudas y bonos y becas y fondos sociales destinados a la creciente población desfavorecida.

Pero la unidad de cuidados paliativos es el último lugar en el que uno quiere estar. Canarias necesita la sedación de las ayudas para evitar el sufrimiento de una parte del cuerpo social, que está fatal. Pero lo que hay que hacer es curar al enfermo. Devolverle la salud económica. Dicho sin metáforas, lo que se necesita es crear riqueza, empleo, más exportaciones y mantener el turismo.

Si no hay economía privada no hay economía pública. Si no hay empresas de éxito no hay trabajos disponibles. Si no hay riqueza no habrá ingresos fiscales. Y el gran problema de esta tierra es que vive de un exitoso monocultivo capitalizado por empresas foráneas y es incapaz de encontrar y desarrollar nuevas fórmulas de riqueza.

Han presentado ya los fastos del presupuesto del año que viene. Más de diez mil millones, claman felices, entre fanfarrias. ¿Nuestro? Muy poco. Casi todo nos lo dan otros desde fuera. Así se nos llena el PIB del alma.

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