eldia.es

eldia.es

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Isidoro Sánchez

De vacaciones en El Hierro

Como todos los años disfrutamos en El Hierro algunas semanas de vacaciones. Casi siempre en el mes de agosto para coincidir con nuestra hija que por razones laborales tiene que emplear este período del año. Todo ello es consecuencia de la primera visita que hice a El Hierro en la primavera de 1969 con la Peña Baeza del Puerto de la Cruz después de pasar por La Gomera. Viajamos Imeldo Bello Baeza, el catedrático de Geología don Telesforo Bravo, el doctor Luis Espinosa, el abogado Celestino Padrón y el funcionario de O.P. Manuel Rosales. Yo había sido contratado por el Patrimonio Forestal del Estado (PFE) a finales de 1966 y trabajaba en Tenerife y La Gomera pero conocía a Zósimo Hernández, sobreguarda forestal en la isla pero nacido en Breña Alta, la isla Bonita, La Palma.

Ello me permitió viajar con nuestra Peña guiados por Telesforo Bravo y dirigidos en El Hierro por don Zósimo. Así pudimos conocer a don José Padrón Machín, en El Pinar, y a doña Valentina en Sabinosa. El primero como periodista e historiador de la isla herreña y la segunda como referente del folklore. Con el jeep pudimos conocer los montes de los dos municipios del momento, Valverde y Frontera, y prácticamente toda la isla del Meridiano, y en particular la Dehesa Comunal donde no faltó la visita a la Virgen de los Reyes. Obviamente nos llevó Zósimo al barranco de Tigulate para conocer la historia del histórico y legendario árbol sagrado de los bimbaches, el Garoé, sobre todo a partir de 1948 cuando se plantó un segundo ejemplar. También fuimos a Orchilla donde Zósimo nos enseñó la raya y el Faro del meridiano. Cuando visitamos el municipio de Frontera en 1969 nos acercamos a conocer a don Matías Castañeda, emigrante canario a Cuba años atrás que había regresado a la isla herreña cuando la revolución castrista en 1959. A don Matías le gustaba la agricultura como a su sobrino Donacio Cejas, que vive en la actualidad y me regaló recientemente, en las vacaciones de este verano de 2022, una caja de mangos y una botella del vino encerrado en barrica desde 1961 que procedía de la bodega de Tigaray, de su tío Matías, y que nos había ofrecido a los miembros de la Peña Baeza en nuestro primer viaje.

Nuestro cuartel general está ubicado en La Restinga, hoy un caserío costero del municipio nuevo de El Pinar, que me sorprendió desde la primera vez que lo conocí, y va recibiendo a lo largo de estos últimos cincuenta años, la llegada de españoles y extranjeros, principalmente canarios y peninsulares, así como de venezolanos, italianos y rusos, todos ellos enamorados de La Restinga, de Tocorón y de El Pinar en general, donde el binomio agua-viento así como el de volcanes y lajiales y el de vinos y frutos del mar contribuyen a que la isla de El Hierro sea Reserva de la Biosfera y Geoparque. En esta ocasión del año 2022, a pesar de las incidencias familiares que vivimos en la recta final del mes de agosto pudimos comprobar una vez más que El Hierro es una isla volcánica, Heros; que tiene un punto marino como La Restinga; un mar como el de las Calmas; un árbol sagrado como el Garoé y una raya geográfica como Orchilla. Confío que pronto también disfrute de una Parque Nacional Marítimo, un Hierro submarino.

Aunque tuvimos que recortar nuestras vacaciones herreñas por razones familiares pudimos disfrutar de unos cuantos días en la isla, por lo que visitamos los restaurantes más importantes de La Restinga: Casa Juan, La Restingolita, El Refugio y La Pandorga. También saludar a algunos amigos herreños, como Tomás Padrón, Manuel Álamo y Manuel Fernández, y familias conocidas desde hace años como la saga de los Mora (Antonio (+) y Pancho) y la de Flora y Elio, y la de Severo y Ana, además de los vecinos del Edificio de Arenas Azules. En sentido contrario no pude saludar a ciertos amigos como Eligio Hernández, Víctor Álamo o Alexis W. Casi siempre estos dos últimos estaban ocupados. Pude visitar con mi hija y en coche los rincones centrales de la isla donde no faltaron los pinos canarios y las fayas que tanto le gustaron a don Luis Ceballos en 1945 cuando visitó por vez primera la isla para conocer los montes de El Hierro que le sirvieron para editar en 1951 su obra sobre la Vegetación y Flora Forestal de las Canarias Occidentales. Caminando la Restinga pude recordar la iglesia del padre Antonio Hernández, paisano y amigo de la Villa de La Orotava, y la concentración de poetas canarios en El Hierro que participamos el 29 de febrero de 2012 en el Proyecto literario solidario con La Restinga en recuerdo de la erupción volcánica submarina en el mar de las Calmas en 2011. Nos recordó Samir Delgado lo que dijo Manuel Padorno: El mar es una llama silenciosa. De vuelta a Tenerife acudí a la Feria de Pinolere en los Altos de La Orotava y curiosamente el primer puesto tejedor que visité fue el de El Hierro. Me encontré al amigo herreño Venancio Acosta y a su madre. Evocamos nuestra etapa de senadores a principios de 1990.

Compartir el artículo

stats