El latido de Al-Magreb estaba destinado a ser un gran libro sobre el Magreb y lo tenía todo para ello, difícilmente se podían haber entrelazado tantos elementos y derrochado tantas virtudes para alcanzarlo; de forma muy hábil desde el punto de vista narrativo, originalidad al incorporar memorias, Historia, cultura, conocimiento y pulso intelectual, por las reflexiones con diálogos o soliloquios del protagonista. No es un ensayo sobre la cultura islámica y la del Magreb, ni una divulgación de ese mundo, porque sin dejar de ser novela los integra con extremo virtuosismo, algo complicado de hacer, y en todo momento el autor logra pasar de Muammad Abduh y el salafismo reformista al curso narrativo de la trama, además de permitirse jugar con la ficción que hace guiños a la autoficción: se describe a él real.
Todo el libro está muy bien concebido como sus conexiones y superposiciones, de asuntos, historia y personajes. Tres ejes histórico-políticos lo estructuran en parte, la biografía de tres elementos decisivos en la historia del Magreb: Allal al Fassi, uno de los padres fundadores del nuevo Marruecos con Mohamed V; El Uali, líder del Polisario, y Moktar Ould Daddah, presidente de Mauritania cuando su independencia (el autor recurrirá a su viuda francesa para introducirla en la novela). Estos personajes, pero no solo ellos, también la propia historia interna, le permitirá abarcar amplios contextos de la Historia, tradiciones, religiones, estructuras sociales, creencias de todo ese territorio. Tal cúmulo de información se integra en la estructura narrativa del libro de forma admirable, sin desajustes ni dislocaciones. Que nos ilustre de la escuela de jurisprudencia maliki o de Ibn Hanbal, de tribus o griots, no menoscabará el iter expositivo de la novela en absoluto.
Pero a mi entender hay una gran falla/fallo que es precisamente en lo que la promoción del libro y su propio subtitulo declaran: «una obra imprescindible para conocer el problema del Sáhara». Aceptamos de buena gana que sea incluso fundamental para conocer el Magreb, pero en ningún caso el Sáhara. Es algo que nos ha producido hasta estupor, cómo se puede fallar en lo más sencillo, cómo puede haber esa caída en picado desde alturas tan majestuosas por las que navegaba el libro. El autor se pliega literalmente al metarrelato del abandono del Sáhara que principian militares colonialistas españoles seguidos de universitarios. El Sáhara se contrae a ese abandono por España ¡y nada más puede existir en causa sagrada! Los satánicos Acuerdos de Madrid: no se tiene en cuenta (para variar) que fueron instados por NNUU y convalidados por la Asamblea General (diciembre/1975). Una lástima, confiamos que en reediciones futuras el libro se iguale.
