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Cristina Fernández de Kirchner | Vicepresidenta de Argentina

Cómo ser mártir en seis segundos

Ya es mártir en vida. Al menos, de momento, que más tarde ya se verá, pero los días posteriores –y la pasión desbordada en las jornadas previas– al intento de magnicidio de Cristina Fernández de Kirchner (La Plata, 69 años) han convertido a la vicepresidenta argentina en seria candidata a un puesto en ese apasionado panteón imaginario de mitos nacionales donde cada día se engrandece un poco más la leyenda sagrada de los Gardel, Maradona, Eva Perón, e incluso de quienes tienen la fortuna, como la Kirchner, de continuar en el mundo de los vivos, casos del papa Francisco o Leo Messi. «Cada día canta mejor», se dice de Carlos Gardel, muerto en 1935.

A estas horas ya sería miembro de ese club de tanatorio de no haber fallado en su objetivo Fernando Sabag Montiel, el hombre de 35 años que el jueves 1 de septiembre le puso a Kirchner, rodeada de cientos de partidarios, una Bersa calibre 32 delante de la cara y erró el disparo hasta en dos ocasiones. Clic, clic, se oyó el gatillo. Pocas veces un ruido tan liviano ha provocado tal escalofrío. La historia de Argentina ha dado un vuelco en apenas seis segundos, el tiempo que transcurre entre que la vicepresidenta entra en el tiro de cámara hasta que se introduce en el coche sin saber muy bien qué es lo que ha ocurrido.

«Tengo miedo del encuentro con el pasado que vuelve a enfrentarse con mi vida», llora el tango de Alfredo Le Pera en la voz de Carlos Gardel. A ese pasado se enfrenta hace tiempo Kirchner, para quien el fiscal pide 12 años de cárcel y la inhabilitación a perpetuidad para ejercer cargos públicos, al considerarla jefa de una trama de corrupción denominada Causa Vialidad. Kirchner y otros 12 imputados están acusados de desviar fondos públicos para enriquecerse por medio de 51 contratos para infraestructuras adjudicados a la empresa de un empleado de banca, convertido en millonario de la noche a la mañana y del que se sospecha es testaferro. El expolio al Estado rebasa los mil millones de dólares y a lo que en realidad teme Kirchner, más que a la prisión, pues por edad podría cumplir la pena en casa, es a la inhabilitación, que la dejaría fuera de la carrera electoral de 2023.

La formidable polarización que divide a la sociedad argentina es el mayor impedimento para que Kirchner se cuele en ese devocionario intocable de mitos patrios. Hasta que el conductor de origen brasileño engatilló hasta dos veces el arma sobre la cabeza de la vicepresidenta, miles de partidarios de ésta se habían concentrado en acampada durante diez días frente a su domicilio, en una especie de vigilia que acabó soliviantando a los vecinos del barrio bonaerense de Recoleta, tan chic como visceralmente antiperonista y reflejo de la profunda división que la figura de Kirchner genera en Argentina. Se la odia, se la venera. Tal es el grado de crispación, que algunos ciudadanos desearon ante las cámaras y a cara descubierta lo que por lo común se reserva al anonimato de las redes sociales: que el pistolero hubiera acabado el trabajo. El culto a la personalidad, por un lado; la normalización del odio, por el otro. Un escenario sin apenas zonas grises.

La complejidad del peronismo, una ideología exclusiva del país, no ayuda a desentramar el laberinto político y social en que desde hace décadas vive Argentina, donde hay casi tantas vacas sagradas como unidades de su famosísimo vacuno. Una de las primeras es Juan Domingo Perón, fundador (e inspirador) de un movimiento tan amplio como inclasificable fuera de Argentina, que da cobijo a todo tipo de tendencias, del socialismo al liberalismo, pasando por la democracia cristiana y el radicalismo; que pesca tanto en caladeros de las clases trabajadoras como de las acomodadas y cuyo mentor, tras ser derrocado en 1955, pasó en la España de Franco doce de sus 18 años de exilio. El Partido Justicialista de Kirchner es hoy el gran heredero del peronismo.

Abogada de profesión y mandataria del país entre 2007 y 2015, se aupó al poder de facto en el año 2003, en que su marido Néstor Kirchner logró la presidencia hasta dar el relevo a Cristina. Sus hagiógrafos citan entre sus logros la asignación universal por hijo, las becas para estudiantes, la estatalización de los fondos de jubilación, los programas de igualdad, el aumento en el presupuesto para ciencia e investigación, el matrimonio igualitario o la ley de identidad de género.

Uno de sus principales oponentes ha sido el grupo de comunicación que lidera el diario conservador Clarín, primer periódico nacional, que se ha apresurado a sembrar de incógnitas el atentado contra K., inicial con que frecuentemente se refiere a Kirchner, como el complejo personaje de las novelas de Kafka. ¿Por qué el jefe de seguridad de K. libraba esa noche? ¿Por qué la última llamada desde el móvil del magnicida se produjo casi una hora después del ataque? ¿Por qué se ha autoborrado el contenido del teléfono del pistolero?

Los miles de partidarios de K. han tirado de merchandising para reforzar la figura de su venerada dirigente e inundado las calles de camisetas con su cara y con la de otra leyenda del imaginario argentino, Eva María Duarte, también llamada Eva Perón, más conocida por el diminutivo con que ha pasado a la historia universal: Evita.

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