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Wladimiro Rodríguez Brito

Las tuneras: una crisis ecoambiental en Canarias

Es difícil entender y explicar a los canarios la indolencia de los responsables políticos ante lo que está ocurriendo con una planta básica en nuestra alimentación, sin olvidar la adaptación a suelos pobres y medios áridos, siendo básicos los nopales como planta que frena la erosión, colonizadora de laderas y suelos que, ahora sin tuneros, agrava la erosión y desertificación de numerosos puntos del Archipiélago. No entendemos cómo están desapareciendo las tuneras, sin apenas una referencia y alternativa a ellas mientras ahora se habla de kilómetro cero, huella de carbono y economía circular. Parece que de las tuneras y de la cochinilla no hay quién hable.

Es lamentable ver los pencones de tuneras en Taucho (Adeje) cargados de tunos y contemplar cómo las tuneras de Tenerife –de Taco a Arona– o de La Palma –de Las Tricias a Fuencaliente– han sido eliminadas por la nueva cochinilla mejicana (Dactilopyus opuntiae), barriendo nuestro suelo y generando un paisaje sin vegetación, con campos llenos de rabo de gato.

Sin embargo, nuestros políticos responsables en materia medioambiental y agraria no dicen nada. No han puesto barreras ni han hecho propuestas ambientales ni han puesto medios ante la agresión de la cochinilla que está sufriendo una planta que, a pesar de ser introducida, está adaptada a nuestro suelo y que, sin apenas labor agroambiental, nos brinda alimentos básicos para los humanos y forraje y alimento para los animales.

En la alimentación de los canarios, las tuneras son comparables a las papas por los aportes que ha realizado desde Maguez hasta Taibique, los cuidados de las higueras herreñas en la empalizada e incluso los hornos para secar la fruta tardía (higos de leche, higos pico) ante los inviernos de Arafo a Ifonche, zonas altas del sotavento de Tenerife. Las pencas en la alimentación del ganado, sobre todo en años secos, son complementarias con las piteras y las hojas de drago y también son aportes forestales.

Las tuneras y la cochinilla generaron riqueza en un periodo corto del ciclo económico a finales del siglo XIX, entrando en crisis ante la competencia de las anilinas. Las tuneras han tenido una implantación más larga en el tiempo que la coyuntura de los tintes naturales. El papel económico fue corto, pero generó un emporio de riqueza coyuntural cuyo arraigo se debe a la capacidad de las pencas a situarse en suelos marginales.

Estamos ante una planta clave ante el cambio climático, que almacena hasta 180 tm3 de agua por hectárea. Por lo tanto, es una referencia en el plano humano –fruta, higos- para el ganado y para el medio ambiente por el papel que realiza frenando la erosión y ocupando suelos infértiles.

Demandamos un plan urgente para frenar el avance de la cochinilla y que haya propuestas con recursos económicos, comprometiendo esas partidas con nombre y apellidos. Se trata de generar un territorio para ganar espacio donde podamos restaurar bancales y establecer oasis con tuneras como referencia básica, tanto en el plano ambiental –lucha contra la erosión-, sin olvidarnos del estómago y la producción de alimentos en medios áridos a lo largo de varios meses (no olvidemos los higos porretas o carreños).

Esta semana tuve la oportunidad de visitar Taucho y hablar con doña Paulina, una campesina de 75 años que viene barriendo los tunos y cuidando tuneras desde su infancia, contribuyendo de esta forma al mantenimiento de los pencones más cargados de fruta de Tenerife. Creo que tenemos la obligación de crear mentalidad y cultura con un compromiso económico y cultural para rescatar una de las plantas más importantes del Archipiélago.

Hay que evitar que la cochinilla siga avanzando y hay que pararla en Los Menores y al este de Adeje, en el Valle de San Lorenzo (Arona). La Administración tiene que poner recursos económicos para que doña Paulina ‘contamine’ a los jóvenes sobre la importancia de las tuneras y su papel para la salud y la sostenibilidad. De lo contrario, estaremos abocados a la pérdida de una planta que está adaptada al medio ambiente y vinculada a la producción de alimentos y al freno de la erosión ante la pasividad de la población que posee más titulados universitarios en la historia de las Islas Canarias.

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