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Observatorio

El caso de los visados

El pasado 8 de agosto el presidente ucraniano Volodímir Zelenski, en una entrevista concedida al Washington Post, planteó la necesidad de cerrar el acceso a territorio Schengen a todos los ciudadanos rusos. Su argumento se sostenía sobre la afirmación de que «los rusos le están quitando la tierra a otras personas» y que deberían «vivir en su propio mundo hasta que cambien de filosofía». Se aplicaba así una lógica que nos hacía retrotraernos a la Primera Guerra Mundial y al concepto de «extranjero enemigo», donde todo civil de un país enemigo se convierte automáticamente en sospechoso y haciendo recaer, por tanto, una responsabilidad colectiva sobre la totalidad del pueblo ruso.

Justo en esos días se anunciaba por parte de las autoridades rusas que el 11 de septiembre se celebrarían referéndums de anexión en Kherson y Zaporiyia. Por tanto, esta petición se ha de encuadrar dentro de este marco específico. En opinión de Zelenski las sanciones hasta ahora impuestas hacia Rusia no son lo suficientemente contundentes y para reforzarlas sería imprescindible no solo un embargo total sobre la compra de energía rusa (algo que ya ha asumido que no es viable en el corto y medio plazo), sino también el cierre total de las fronteras a los ciudadanos rusos. Y es también en este contexto en el que es imprescindible leer la contraofensiva lanzada por Kíev durante los últimos días.

Por supuesto, han sido los países que comparten fronteras con Rusia los que han liderado el frente, ya que con la prohibición del espacio aéreo a las aerolíneas rusas, la mayoría de los viajeros utilizan las fronteras terrestres para viajar a otros países de la UE. Así, fue la primera ministra finlandesa, Sanna Marin, la primera en proponer una restricción general de visados de turista a nivel de la UE. Durante esos primeros días del mes de agosto Estonia y Letonia dejaron también de emitir visados de residencia por estudios en sus embajadas de Moscú.

A esta petición se sumaron sin dudarlo Polonia, que tiene en prisión, conviene recordar, al periodista español Pablo González acusado de cargos de espionaje y al que se le están vulnerando sus derechos fundamentales, y la República Checa, actual presidencia del Consejo Europeo. Sin embargo, el bloque de 27 miembros no ha logrado la unanimidad necesaria sobre el tema, con algunos países, Alemania, Francia, Italia o España, reacios a restringir de manera general el acceso de todos los rusos al espacio Schengen.

Hasta la fecha está vigente un acuerdo de visados de 2007 que facilita los requisitos de entrada a la UE, aunque fue suspendido parcialmente a finales de febrero. Entonces esta prohibición estaba dirigida de manera muy concreta a personas cercanas al presidente ruso, Vladímir Putin, como las delegaciones oficiales de Rusia y los titulares de pasaportes diplomáticos. El resto de los ciudadanos rusos ha seguido disfrutando de los beneficios asociados a la facilitación de visados UE.

Los discursos de naturaleza populista que han inundado el debate público en toda Europa durante las últimas semanas abogando, una vez mas, por la prohibición total de los visados a los ciudadanos rusos, parecen olvidar la verdadera naturaleza de la UE y del mandato del Estado de Derecho que, se supone, ha de prevalecer, incluso frente a la ira y la impotencia provocados por esta guerra.

Así, a la hora de pedir prohibiciones es imprescindible tener al menos en consideración dos cuestiones. La primera, si las medidas restrictivas pueden involucrar de manera dramática nuestro propio Estado de Derecho a través de la vulneración de derechos. Y la segunda, analizar si la derivada de la imposición sancionadora tendrá el desenlace deseado, en este caso, una reacción contra el régimen ruso. En este caso, una prohibición general de los visados a ciudadanos rusos significaría una quiebra de nuestro sistema, puesto que directamente vulneraría la legalidad vigente, pero, además, no solo impediría a todos aquellos que quieren escapar de un régimen autoritario poder hacerlo, sino que además reforzaría los argumentos victimistas de ese mismo régimen hacia su ciudadanía.

Parece en todo caso que la sensatez vencerá en esta ocasión, y el seny prevalecerá frente a la rauxa y la sed de venganza.

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