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Candelaria se reencuentra con sus peregrinos

Una pareja pasea por la calle de La Arena. | | ANDRÉS GUTIÉRREZ Humberto Gonar

Amanece un día más en la Villa Mariana con la salida de los primeros rayos de luz que asoman en el horizonte. Las olas del mar baten con fuerza en la costa generando una suave brisa marina que recorre toda la plaza de la Basílica y el paseo de San Blas. Banderas y reposteros embellecen la calle La Arena a la espera de los innumerables pasos de peregrinos y visitantes para revivir uno de los acontecimientos de fe más emotivos y entrañables.

A su vez, el templo aguarda la llegada incesante de fieles procedentes de diversos lugares para rendir culto a «La Morenita» que luce radiante y majestuosa en su trono. Ya al atardecer del 14 de agosto una multitud asiste expectante a la salida de la Virgen para presenciar la ceremonia guanche que rememora el hallazgo de la imagen. Los protagonistas de la escenificación la contemplarán con extrañeza y temor tratando de averiguar qué es aquella peculiar figura hasta percatarse de su fuerza sobrenatural que les ha cautivado. La representación prosigue con el inconfundible sonido que emiten los bucios como señal de júbilo y exaltación con el ánimo de llevarla consigo. He aquí la Chaxiraxi, divinidad a la que adoraban los antiguos aborígenes de Tenerife.

Seguidamente, la procesión nocturna hacia El Pozo ofrece una estampa singular cuando la Virgen sale de su entorno habitual y se mezcla entre la muchedumbre para regresar de nuevo a casa arropada por cuantos la acompañan. Una vez allí, una exhibición de fuegos artificiales dará colorido al cielo nocturno y el gran Chago Melián entonará, otro año más, el Ave María. Se espera una larga noche donde el fervor será visible en el rostro de los peregrinos reflejando el cansancio tras recorrer infinidad de caminos, pero con el regocijo de haber alcanzado la meta deseada. Frente a la dulce mirada de la Madre el recogimiento más profundo, la oración que reconforta el espíritu, las promesas cumplidas, las expresiones de gratitud, la esperanza ante la adversidad, el diálogo íntimo y silencioso, las fervientes peticiones...

¡Cuán grandiosa es la Fe de este pueblo! Ya puestos en el lunes día 15 en el que se conmemora la Asunción de María en cuerpo y alma al cielo, resuenan a primera hora en la iglesia los tambores de la asociación cultural La Guanchería de Los Realejos y, acto seguido, una masa de corredores completará la 31ª ofrenda floral atlética. Al término de la solemne concelebración eucarística, desde Santa Ana al muelle pesquero se percibirá el repique de campanas anunciando la salida de la Patrona para bordear alegre la plaza y recoger más muestras de cariño y respeto.

Al caer la noche, la tradicional ofrenda con la música típica de las islas cerrará la jornada. Quedará la octava del domingo 21 que pondrá el punto y final a las fiestas. Me resulta inevitable no poder concluir este escrito recordando a nuestros seres queridos y allegados que partieron por los estragos de la pandemia, a los afectados por el volcán de La Palma y a cuantos padecen el peregrinaje continuo en sus vidas por muy diversas razones, sin olvidar el deseo de que la paz se instale en cada rincón del mundo. Ahora y siempre: ¡Viva la Virgen de Candelaria! ¡Viva la Patrona de Canarias!

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