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Juan Pedro Rivero González

SANGRE DE DRAGO

Juan Pedro Rivero González

Comerciar con las personas

A la salida del aeropuerto de Vigo, donde Binter nos facilita los vuelos directos desde Canarias, un cartel anunciador propone los servicios de un hotel con estas, o similares, palabras: «El amor no existe; se hace. Te ofrecemos nuestras instalaciones». Blanco sobre negó. Así es el cartel.

La libertad de expresión me parece bien, y que quien quiera anuncie lo que quiera, pues también. Somos libres de no ir, por supuesto. Lo que me llamó la atención fueron las primeras cuatro palabras; eso de que el amor no existe. Eso es lo que me pareció una tremenda mentira. Evidentemente que quien pensó la propuesta de marketing lo sabía bien y utilizó metodológicamente la negación de lo obvio para llamar la atención. El amor sí existe. Es más, los seres humanos estamos hechos para amar y ser amados de tal manera que solo nos entendemos bien en la gramática del verbo amar. Si no existiera, la vida no tendría motivos para ser vivida. Si no lo hubiera, difícilmente encontraríamos un sentido verdadero para ella.

Es más; como de libertad de expresión se trata, expreso la mía: lo que se hace no es el amor; se hace sexo. Que no necesariamente está vinculado al amor de los actuantes. Como titulaba aquella película española: «¿Por qué decir amor si lo que quieren decir es sexo?». Aunque el de verdad nace y crece en el huerto del amor y solo se hace verdad desde el amar de los amantes.

Las cosas del marketing. Querer vendernos algo a cambio de un engaño, de una mentira, de una interpuesta manipulación de lo obvio. El arte de un titular que es como un toque de campana nos hace dirigir la cabeza y, si estamos despistados, nos conquista el subconsciente. El amor sí existe.

Llegaba a Vigo con un grupo de personas, treinta y tres, que decidieron convertir una semana de las vacaciones en una peregrinación a Fátima y a Santiago de Compostela. En ese grupo iban cuatro matrimonios. Los vi durante toda la semana que duró el viaje con detalles de cariño y de cuidado mutuo. Entre los cuatro matrimonios se superaban los 130 años de vida compartida. Y como despedida antes de iniciar el viaje de regreso, un grito en un cartel: ¡El amor no existe!

Por esa misma razón, porque los tenía delante de mis narices, porque pude verlo también en las recientes ausencias que la viudez manifiesta; porque con sus éxitos y fracasos, luces y sombras, he estado contemplando algunas de las mil maneras de amor que se nos impone cuando miramos la realidad humana, es por lo que me llamó tanto la atención el titular.

Lo que se puede comprar nunca será amor. Porque el amor nace gratuito y crece como don.

Detrás del otro comercio hay mucho dolor encerrado y mucha esclavitud disimulada. En Cáritas nos sumamos a la lucha contra la trata de personas. El mercado de las personas. Y una sociedad que no percibe la diferencia que hay entre las cosas y las personas, y por confusión comercia con personas y dedica grandes museos a las cosas, es una sociedad infectada. O convencida de que el amor no existe.

La Ría de Vigo, las Islas Cíes, los bancales de marisco, su extraordinario puente metálico, etc., fueron mucho más hermosos y valiosos que un negro cartel en la entrada a su aeropuerto. No me quiero quedar con el pelo caído en tan hermosa taza de leche.

Pero por si a alguien se le ocurre hacer un recorrido similar y acaban ante el mismo cartel, quería decirles que, en mi opinión, es mentira algunas de las cosas que se leen por ahí. Así podemos empezar, entre todos, a desarrollar la capacidad de elaborar un pensamiento crítico, aspecto que, con tanta insistencia, nos lo propone el renovado Currículo de enseñanzas mínimas de la LOMLOE.

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