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Sol y sombra

La corbata

En un tiempo en que los hombres, por lo general, se fían más de los tatuajes que de las corbatas para expresar su personalidad, la última idea de Pedro Sánchez es desaconsejarlas con el fin de supuestamente ahorrar energía. Se supone que prescindiendo de ellas ya no es necesario tanto aire acondicionado para combatir las altas temperaturas del verano. La teoría no es siquiera nueva. Ya la había esbozado en 2011 el entonces ministro de Industria, Miguel Sebastián, que, a su vez, la importó de un gobierno conservador japonés.

Sebastián, creo recordar, razonaba que con cada grado que se subiera del aire acondicionado equivaldría a un 7 por ciento de ahorro energético. Al parecer, él mismo lo había experimentado en su ministerio. Jamás, tengo entendido, se pudo comprobar en otro lugar que no fuera ese porque la posibilidad de graduar los aires acondicionados que prestan servicio en las dependencias públicas de España, poniéndolos a todos de acuerdo, resulta bastante más complicado que el simple hecho de renunciar a una corbata.

La pintoresca medida para ahorrar energía supuso entonces polémica, incluso en el mismo bando del Gobierno, al enfrentarse José Bono con Sebastián, y Sebastián con Bono, partidario de mantener la prenda anudada al cuello. Tampoco es descartable que ahora no vuelva a circular por un mismo derrotero.

En la actualidad, sin Bono decidido a evitar la discriminación de los ujieres, es la propia oposición la que tiene motivos para reprocharle a Sánchez que elija como medida de ahorro energético prescindir de las corbatas, que cada vez se usan menos, en vez del helicóptero Super Puma que utiliza con frecuencia para desplazarse desde La Moncloa a Torrejón y subirse acto seguido a un Falcon del ejército, sin que se pueda justificar. Hubo momentos estelares en la Historia en que una parte de la humanidad tuvo la suerte de vivir de cerca la evolución de la inteligencia, en este en cambio nos toca observar un avance implacable y despiadado de la estupidez.

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