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Luis F. Febles

Cubrir la guerra por 50 euros

Muchos nos hemos planteado alguna vez por cuánto dinero haríamos un trabajo arriesgado o que pueda conllevar algún tipo de peligro. Normalmente no tenemos la posibilidad de elegir, sin embargo, algunos dan el salto llevados por la pasión, sin que el dinero sea un factor determinante. Si existe una profesión donde se instrumentaliza el romanticismo para suplir a la temida precariedad, ese es el periodismo. Supone un ejercicio de realidad extraordinario calcular hasta dónde puede llegar la devoción por informar tomando como referencia el panorama actual: Casi la mitad de los reporteros que cubren sobre el terreno la guerra de Ucrania (48.7%) son freelance y, de estos, el 16% colabora con varios medios a la vez, sin formar parte de su plantilla. Además, el 25% de los profesionales españoles en Ucrania tiene menos de cinco años de experiencia profesional, de los cuales, más del 10% no llega al año. Esta circunstancia implica que existe casi el mismo porcentaje (alrededor del 30%) de periodistas no experimentados que de profesionales del gremio con más de 21 años en la profesión. Estos datos son recogidos en un informe de Reporteros Sin Fronteras (RSF) sobre la situación de los periodistas españoles que cubren el conflicto ucraniano. Para el caso de los freelance, las cifras anteriormente citadas se elevan hasta un 50% con menos de cinco años de experiencia, lo que se vincula directamente con la precariedad económica que afrontan en el ejercicio de la profesión. El 16% no obtiene más de 50 euros de remuneración por pieza, y la situación no es tampoco muy esperanzadora para los reporteros contratados por cuenta ajena. De estos, casi la mitad percibe un salario inferior a los 2.000 euros y un 7% no alcanza el salario mínimo interprofesional, actualmente fijado en 1.000 euros. Del informe se dirime que, en cuanto a la seguridad sobre el terreno, cerca del 50% de los periodistas afirman haber sufrido presiones o limitaciones para informar. Esta inseguridad se agrava si se tiene en cuenta que casi un 30% de los profesionales no cuenta con seguro o equipos de protección a pesar de encontrarse realizando una cobertura bélica, por muy llamativo que parezca. Con respecto al sexo, un tercio de los periodistas desplazados a Ucrania son mujeres y un 46% de ellas afirma recibir acoso en redes, muy por encima de lo que manifiestan sus compañeros hombres. Esta situación no es nueva. El periodista Antonio Pampliega, antes de ser secuestrado en Siria, publicó un documental titulado Pagar por ir a la guerra que denunciaba la precariedad laboral de los reporteros freelance que se van a cubrir conflictos, con ejemplos tan sorprendentes como profesionales que llegaron a solicitar créditos valorados en 10.000 euros para ir a cubrir un conflicto en diferentes partes del mundo. Exactamente, pagar por trabajar. Vemos ofertas tan insultantes como 35 euros por pieza o la visibilidad en un medio potente a cambio de un buen reportaje. Pensemos lo que cuesta una simple publicidad en un periódico para darnos cuenta de la afrenta tan grande que supone para un profesional de la comunicación que el precio de su trabajo sea denigrado de esta manera. Luego, en esta lucha de clases, encontramos a la dominante con sueldos estratosféricos y plusvalías fariseas: El presentador Pablo Motos, que cobra casi 300.000 euros por programa; Ana Rosa Quintana, que se lleva más de 100.000 euros por programa; Jorge Javier Vázquez o Jesús Vázquez, que cobran entre dos y tres millones de euros anuales por programas de dudosa credibilidad. No trabajas porque no quieres. Existen ofertas esclavistas para periodistas por 200 euros al mes haciendo 35 artículos semanales; si no aceptas, es tu problema. Más dignidad y menos mercantilismo.

@luisfeblesc

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