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Francisco Pomares

Los cambios del señor Domínguez

Manolo Domínguez, presidente del PP y futuro candidato a la presidencia del Gobierno regional, anda haciendo cambios en su partido. Algunos son de alineación del equipo, otros afectan al estilo de hacer oposición, más relajado en Domínguez que en Australia Navarro, porque Australia se ha pasado la mitad de su vida en la oposición, y el ex alcalde de Los Realejos no ha perdido nunca el sillón de edil principal. Y también hay otros movimientos, que tienen que ver con alguno de los asuntos claves de siempre en la política local canaria. Por ejemplo, Domínguez no quiere significarse especialmente en las guerras de la tele. Tiene la ventaja de pertenecer a un partido que defiende que la gestión de la caja tonta sea privada, y enarbola esa bandera para mantener –algo inusual en los partidos de la oposición– excelentes relaciones con los medios que hoy se benefician más de la munificencia contestadora de la tele. Podría decirse que le tratan a cuerpo de Rey.

Supongo que la ausencia de Luz Reverón –látigo de Moreno– de las dos ultimas comisiones parlamentarias para el control del Ente tienen algo que ver con esa política de apaciguamiento que practica Domínguez, y que sorprendió al personal en su discurso del Estado de la Nacionalidad, donde fue tan condescendiente y colaborador con el Gobierno que por momentos daba la impresión de presidirlo él. Para compensar -que Domínguez es un tipo muy de hacer equilibrios y en el PSOE se pasaron sus ofertas de diálogo constructivo por la retambufa- en el último pleno, y en una pregunta a Torres, se descolgó calificando al presidente de «servil y medianero» de Sánchez. Podría decirse que Domínguez ensaya su personaje político, sin haber decidido aún si va a ser más doctor Jekyll o más mister Hyde.

Pues eso, que está en la pelea, y al tiempo haciendo experimentos. En el grupo parlamentario ha decidido colocar a Australia en la Mesa, y a Luz Reverón de portavoz del grupo. En realidad las intercambia: doña Luz deja la Mesa para irse a portavocear el grupo, y doña Australia deja el grupo para ir a animar las reuniones de Mesa. Australia es –sin duda– la parlamentaria más experta y peleona del PP y no va a encajar demasiado bien en los modos corteses y relajados que definen el funcionamiento del elitista club británico (con acceso a señoras) que es la Mesa de la Cámara bajo la dirección de Gustavo Matos. Australia hará sin duda que las reuniones de la Mesa sean más entretenidas. Pondrá sal y pimienta en los debates sobre cómo afecta a la vida parlamentaria la extinción de Nueva Canarias. Lo de Luz Reverón –excoalicionera y antigua concejal de urbanismo del alcalde Zerolo– es la jugada de Domínguez para hacer más visible a la mujer que –casi con toda certeza– será primera o segunda en la lista regional del PP tinerfeño.

Pero la apuesta más potente del PP tinerfeño es la presentación de Lope Afonso –un tipo decente y sensato– como candidato al Cabildo de Tenerife. Lope es amigo personal del ex alcalde Domínguez, y una de las mejores y más valoradas figuras del PP tinerfeño, un hombre que dimitió voluntariamente cuando fue procesado por una acusación ridícula de haber favorecido a algunos puestos de un mercadillo de quita y pon en el Puerto de la Cruz, a los que permitió estar unos días más de lo estipulado. Su dimisión pareció dar al traste con una de las carreras más prometedoras de la política isleña. Pero el caso se agostó en los tribunales y tras resultar exonerado de cualquier responsabilidad, ha vuelto a la política activa: probablemente en septiembre se convierta en presidente insular del partido. Su candidatura al Cabildo hará bastante daño a la candidatura de Coalición, donde –si Ana Oramas no lo remedia– competirá con Rosa Dávila, pero también con Pedro Martin, robándole algunos votos moderados –y quizá cruciales– en las medianías tinerfeñas y el norte de la isla.

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