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Joaquín Rábago

Antisemitismo y censura artística

La representación en un gigantesco mural, en medio de más de un centenar de figuras, de un judío ortodoxo con colmillos y un policía con nariz de cerdo, la estrella de David y un casco inscrito con la palabra Mosad provocó su inmediata retirada por antisemita de una exposición de arte en Alemania.

Incluso ha intervenido la fiscalía: se trata de la monumental obra titulada People’s Justice (Justicia Popular), aportación del colectivo indonesio Taring Padi a la actual edición de Documenta, la exposición de vanguardia que se celebra cada cinco años en la ciudad alemana de Kassel.

El colectivo, fundado en 1998 en Yakarta por artistas opuestos a la sangrienta dictadura de Suharto (1965-1998 ), cuenta hoy con más de una docena de miembros, algunos de los cuales intentaron explicar a la prensa, tras el revuelo armado, el sentido de su obra.

«El mensaje antimilitarista y anticapitalista era muy importante para nosotros: hablamos de la revolución popular que logró derrocar en Indonesia un sistema que causó la muerte de cientos de miles de personas», declararon al semanario alemán Die Zeit.

«Pero también hablamos del apoyo de las democracias occidentales a aquella dictadura militar en el contexto de la Guerra Fría. Es el mayor mural creado nunca por nosotros: mide ocho por doce metros».

Delante del mismo, los artistas pensaban colocar cientos de figuras humanas de cartón de tamaño natural, creadas por sus ayudantes en talleres de Indonesia, Alemania y Australia y que representarían al pueblo.

A la pregunta de por qué habían incluido en la obra, además de al policía con nariz de cerdo y la estrella de David, a un judío ortodoxo con colmillos y un símbolo de las SS, el colectivo contestó que su objetivo era denunciar el apoyo de militares y servicios de inteligencia extranjeros, entre ellos los israelíes, a aquel régimen asesino.

«Cometimos un error, reconocieron los miembros de Taring Padi, en lugar de mostrar sólo el aparato de seguridad israelí, representamos a una figura que recuerda a las caricaturas que hicieron los nazis (de los judíos). Y pedimos por ello disculpas».

«Para nosotros eran sólo dos entre muchas caricaturas que representan a distintos Estados (que apoyaron a Suharto). No comprendimos que se trataba de representaciones antisemitas», agregaron los artistas, según las cuales el antisemitismo no era un tema importante en Indonesia hace veinte años, cuando crearon la obra.

«Habíamos oído hablar algo en el colegio sobre el Holocausto y el nazismo, pero no sabíamos nada de antisemitismo. Lo ocurrido forma parte de nuestro proceso de educación. No debimos actuar entonces con tanta ligereza», se disculparon.

El mural se exhibió antes en China y en Australia, donde nadie al parecer se fijó en esas figuras que tanto han escandalizado en Alemania, país en el que, por razones que tienen que ver con el régimen criminal hitleriano, toda crítica al Estado judío provoca un fuerte rechazo, sobre todo en la clase política.

Taring Padi niega en cualquier caso ser un colectivo musulmán aunque la mayoría de sus miembros crecieron en el seno de familias de esa fe, pero también hay entre ellos católicos, budistas y quienes no profesan religión alguna.

Lo ocurrido con el mural indonesio ha provocado una fuerte polémica entre quienes, como la secretaria alemana de Estado de cultura, la verde Claudia Roth, critican que el Gobierno federal se retirase del consejo que supervisa laDocumenta aunque sigue financiándola y los que se oponen a los intentos de censura previa de la actividad artística.

Para el experto Harald Kimpel, la separación estricta entre quienes ponen el dinero y los que eligen libremente el programa y a qué artistas se invita es precisamente la guinda de la Documenta: La política no debe influir nunca en el arte.

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