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el recorte

Pedro Bifronte

Solo Pedro Sánchez puede jugar a ser Jano Bifronte. El dios latino Jano de las puertas, los comienzos y los finales, representado con dos caras que miran hacia ambos lados de su perfil. Solo él podría estar gobernando España con los comunistas, con los separatistas catalanes, los independentistas vascos y los herederos de la ETA —chiquito potaje— y luego bailar un tango estrechamente abrazado a Joe Biden mientras le firma los permisos para aumentar la presencia militar de Estados Unidos en España. Ríanse de la foto de las Azores. Paseando ante los cuadros del Museo del Prado, en las cenas de gala en los palacios españoles, el presidente del Gobierno ha enseñado al mundo el esplendor de España —del que ya solo disfrutan los que están en Versalles— y su compromiso con la defensa de las democracias occidentales, poniendo al Rey del rincón en el ángulo oscuro, en su papel de jarrón chino. Atrás quedó la derrota andaluza. Y fuera, en la calle, sus socios de gobierno, escandalizados y atónitos ante el fervor atlantista de su presidente investido. Para calmarles ha improvisado Sánchez, a las pocas horas, su discurso de que los poderes económicos y mediáticos de la derecha quieren liquidar su gobierno progresista. Una de cal y una de arena. Se despoja de la cara de Bienvenido Mr Marshall y de su obediente claudicación ante Marruecos y se coloca de nuevo el rostro de la de la heroica izquierda acosada. Los dos perfiles de Jano. Qué gran actor.

| J.B.

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