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Luis F. Febles

La ‘mili’ según se mire

Misael escribía sonetos de lamentos cuando se ponía el sol. Eran versos desgarradores con los que refugiar el castigo al que había sido sometido por el mero hecho de amar. Ser diferente en una sociedad con altas convicciones religiosas es un pecado de hereje difícil de reparar. Misael tenía una gracia tropical fácil de apreciar, tan solo bastaban dos minutos de charla para comprobar que él tenía el verdadero flow caribeño. Había llegado a Canarias desde Venezuela durante el Gobierno de Carlos Andrés Pérez, y no fue sencilla la adaptación para alguien tremendamente apegado a su Montalbán natal. Con todos lo papeles en regla y empadronado en Santa Cruz de Tenerife, recibió la temida carta del Ayuntamiento en la que mecanográficamente le obligaban a citarse ante el negociado de cuartas para sellar su inscripción en el servicio militar. La mili obligatoria fue una universidad de machismo, homofobia y humillaciones permitida por la régimen castrense y civil. Y él sufrió de sobremanera los efectos de la dictadura de los retrógrados. Misael se convirtió en el encargado de repartir las cartas por el cuartel y por los edificios militares de la isla. Sin duda, un servicio que le daba la posibilidad de alejarse por un momento de lo que él consideraba un infierno silenciado. Pasado el tiempo, y tras varias décadas asentado en la isla, recordaba la experiencia actual que muchos compatriotas tienen que pasar en Venezuela. «En mi país hoy en día es más grave ser gay que corrupto». En el país caribeño los Actos contra natura están contemplados en el Código Orgánico de Justicia Militar y pueden acarrear tres años de cárcel y una salida deshonrosa, lo que obliga a militares homosexuales a ocultarse. Tras varias reformas, la más reciente en septiembre de 2021, el código mantiene inamovible este artículo, pese a los pedidos de derogación hechos por activistas ante el Parlamento, de mayoría oficialista. Y Misael me contaba de numerosos casos que conocía en sus visitas a su patria. Tal y como explica un artículo de France24, la primera pregunta que te hacen en la entrevista de ingreso es la de ¿cuál es su inclinación sexual: homosexual, bisexual o heterosexual? Si no respondes que eres heterosexual estás descartado. Es el caso del capitán José, que desertó acorralado por años de presiones. Al teniente Rafael le abrieron un juicio y lo expulsaron. Ambos tenían expedientes limpios en la Fuerza Armada de Venezuela, pero ser homosexuales les valió persecución, discriminación y humillaciones. Hasta hace unos años, el servicio militar en Turquía es obligatorio para todos los hombres turcos; sólo pueden quedar descartados si están enfermos, discapacitados o si son homosexuales. Pero demostrar la homosexualidad supone una experiencia humillante. El ejército turco entiende que los hombres abiertamente homosexuales en el ejército causarían «problemas disciplinarios», afirma, y sería poco práctico crear la necesidad de «instalaciones separadas, dormitorios, duchas o áreas de entrenamiento separados». Y todo esto pasa ahora; no es producto de ninguna producción cinematográfica. Por suerte, España es uno de los países que más ha avanzado en las últimas décadas en los derechos del colectivo LGTBI. Aunque todavía nos queda camino por recorrer, lo que es realmente bochornoso es que nuestra sociedad tenga que imponernos la manera correcta de amar. Que la libertad sea un derecho, no un privilegio.

@luisfeblesc

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