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Jorge Bethencourt

Manual de objeciones

Jorge Bethencourt

Canarieando

Hay que tener amplitud de miras. Y evolucionar. El nacionalismo es demodé y decimonónico. Una cosa de Secundino Delgado o de Nicolás Estévanez y su jodido almendro, gente que ya no conoce nadie porque el país soberano de las Islas Canarias ha sido sustituido por la nación mediática de la Isla de las Tentaciones y Cayo Paloma.

Por eso me parece una transición muy práctica esa del «canarismo» que ha lanzado Román Rodríguez. Un canario puede ser cualquiera. Por ejemplo un tipo de Cáceres que lleva viviendo diez años en las islas y se siente más canario que el gofio. La canariedad es un sentimiento que necesita menos exigencias que el nacionalismo, que es más patriótico, mas profundo. Como el barniz y la madera.

Con el canarismo, por ejemplo, Nueva Canarias está en disposición de pactar con sus odiados hermanos de Coalición Canalla, a los que tanto han detestado. Incluso podrían dejar de hablar de la «ATI profunda» para referirse a los nacionalistas de Tenerife y tratarles como a sus amigos de Asamblea Majadera, que al fin y al cabo ya eran de izquierdas antes de la exogenia de Nueva Canarias, cuando era un pesudópodo de Coalición. Y si hiciera falta, el canarismo podría incluso pactar con el Partido Popular, que desde lo de Andalucía huele a jazmines. Todo sea por el bien de Canarias, naturalmente.

La cuestión es esta: Pedro Sánchez e Irene Montero le van a joder las elecciones a toda la izquierda en toda España. Se incluye Canarias. La ola llegó a los riscos y se está retirando entre espuma de dolor y crujir de cangrejos moros. Y en Canarias habrá un desgaste por mucha cara de buena persona que tenga Ángel Víctor Torres. No porque su gobierno del pacto de las flowers haya fallado como una escopeta de feria. No. Es porque toca. Y porque Podemos se esfuma.

Y como la gente ya está haciendo cuentas, reverdece el espíritu de José Vélez con eso de que uno es canarito porque nació en Canarias. O se hace canarito viviendo aquí. Que al fin y al cabo los de la derecha también son hijos de los alisios, aunque en vez de una pardela tengan un charrán. Y los de ATI, al final, son cuatro antiguallas que en la moderna Coalición ya solo pintan la mona, animalitos, nostálgicos de una isla que ya no tiene peligro porque se ha quedado más colgada que una paraguaya.

Las izquierdas no va a sumar 36 en mayo del 23, pero el canarismo sí. Con la izquierda o con la derecha. Por eso vamos a ser hermanos del alma, siete sobre el mismo mar. Oh, sí. Y con el zurrón del gofio.

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