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CARTAS AL DIRECTOR

A propósito de Angelito el de la Charca y otros temas paralelos

Tema uno. Yo conocí a Paco, pero no por cuestiones de fútbol, sino porque fue alcalde de Buenavista del Norte. Yo fui técnico de la Consejería de Educación y visitaba los colegios de todo Tenerife, y un par de veces, por aquellos años setenta, estuve de visita en Buenavista.

El término municipal es muy accidentado topográficamente, y un coche oficial de la alcaldía, incluido el propio alcalde Paco, nos conducía a los barrios altos, hasta llegar a un confín del mundo conocido, llamado caserío de Masca.

Paco, el alcalde, había jugado, entre otros equipos, en el CD Tenerife de categoría nacional si no recuerdo mal, y en esa excursión de visita de obras a la zona alta, desde El Palmar para arriba, íbamos acompañados por el director del colegio de EGB más grande del municipio, ubicado en el centro del casco urbano principal.

El director del colegio tenía un pico de oro, y entre él y Paco se establecía a lo largo del itinerario una conversación muy interesante, amena y jugosa… Aunque jugos y saliva fueron los que tuvimos que tragar por el miedo que nos producía al pasar con el vehículo por una estrecha pista de tierra para carretas de la zona alta, que por entonces aún estaba sin empichar y sin barandas protectoras en algunos tramos con precipicios.

Pasaron los años, y de repente me encuentro a Paco, en un cambiazo tan tremendo como penoso, sentado en un banco de la plaza portuense de la Iglesia de la Peña de Francia. Y me fui enterando de que padecía una grave enfermedad y estaba en tratamiento de algo tan terrible como el alzhéimer. Yo desconocía el motivo de aquella tan grave enfermedad, pero oí rumores en temas de engorrosos asuntos íntimos familiares, que por ser rumores, como se dice en periodismo: «Los rumores no son noticia», y por ello me los debo callar.

Tema dos. Cuando la UD Orotava tuvo el mal pie de bajar a segunda regional, en la temporada 1969-70, nos entreteníamos los domingos yendo a todos los partidos sin perdernos ni uno. Pondré solamente un partido de ejemplo de mucho pundonor y de muchos huevos… pasados por agua. Una lluvia torrencial y ventosa cayó durante todo el choque con cancha de barro, en el campo de La Esperanza, donde nos empapamos (¡cuatro personas bajo un solo paraguas!) pero ganamos con 1-2, con un gol de Francisquito en aquel lodazal. Fue el domingo 25 de enero de 1970.

Y también ganamos todos los demás, menos el jugado precisamente en la cancha de Buenavista del Norte. La causa de la derrota fue el viento cambiante, que allí ya no es alisio auténtico, sino viento palmero, y entonces puedes palmarla en el partido correspondiente, como efectivamente sucedió. Perdimos 1-0. Repito: fue la única derrota de aquella temporada en Segunda, y la UD Orotava recuperó inmediatamente la Primera Regional que nunca debió perder.

Tema tres. Actualmente, año 2022, me suelo dar un voltio con cierta frecuencia por la playa de Icod. Y allí entablamos conversación con un fulano del que no recuerdo su nombre, pero que conoce a fondo muchas anécdotas del fútbol norteño, y se acuerda de don Ventura, presidente de la UD Orotava, y también del inolvidable Luis Herrera, alias El Tanque, que dice que es pariente suyo, y que nació por aquellos parajes icodenses.

Y para terminar, recuerdo precisamente a Luis el Tanque de delantero centro de la UD Orotava, que cuando no había todavía césped en la cancha, se oían sus pisadas en el terreno, como si fuera el caballo de Atila, que según cuenta la leyenda, por donde pisaba no volvía a crecer la yerba y dejaba una estela imborrable de tierra quemada.

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