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La Laguna, encrucijada

525 años del primer Corpus con una custodia de palo

Una tradición de siglos nunca desmentida sostiene que la primera fiesta del Corpus Christi de Tenerife, de la que se cumplen este año quinientos veinticinco años, se celebró con una custodia de madera que se conserva en la parroquia matriz de Nuestra Señora de la Concepción.

525 años del primer Corpus con una custodia de palo

Asegura Viera y Clavijo (Historia, II, 637, ed. 1971) que, una vez sometida la Isla, los integrantes de la mesnada del Adelantado que optaron por permanecer en ella «empezaron a acantonarse [a buscar alojamiento] en la vega de la laguna de Aguere, destinada para ser capital, se señaló el paraje donde se había de edificar la primera parroquia, con un tabernáculo provisional, en que dijeron misa y celebraron la procesión del Corpus los canónigos Alonso de Samarinas y Francisco de Ferreras, con los presbíteros Pedro de París y Juan Yánez, los religiosos de san Francisco fray Juan Campuzano, fray Juan de Soria, fray Francisco Pérez y fray Juan de Villadiego, y los agustinos fray Pedro de Cea y fray Andrés de Goles».

No es descabellado pensar que alguno de aquellos diez clérigos que acompañaron a Lugo y a sus hombres trajera con los objetos litúrgicos para decir misa la custodia de palo con la que se solemnizó por primera vez en esta lejanía atlántica la festividad del Corpus Christi. Lo que asombra es que, siendo una pieza tan frágil, haya perdurado en el tiempo.

En su Historia de la parroquia matriz (1915), Rodríguez Moure, luego de reproducir la impresión que le produjo a Mr. Le Dru la magnificencia y grandeza del primer templo de la isla y de su tesoro artístico, dice que «quizás tenga más valor que todo esto, y seguramente lo tiene histórico, una custodia de madera dorada y la primera que parece tuvo la Parroquia, antigualla digna de estudio y que se conserva como reliquia». Para afirmarlo se apoya en el inventario del folio 5 vuelto del libro primero de fábrica de la iglesia.

Esta singular pieza de arte religioso, apenas conocida, de cincuenta y seis centímetros de alto por treinta y seis de ancho, toda de madera estofada y policromada, está formada por una base octogonal acanalada sobre la que se levanta la columna que sustenta el ostensorio, compuesta por ocho delgadas tiras de madera ligeramente combadas hacia el exterior, decoradas en su mitad con otros tantos botones ovalados. En ese sencillo soporte se apoya un aro o circunferencia, a modo de aureola simple con lóbulos tallados, de cuyo borde exterior sobresalen siete pequeñas campánulas o tulipanes estilizados. En él se fija un marco cuadrilongo en cuyo centro se abre el espacio para la colocación de la sagrada forma. Recorre los bordes interior y exterior del marco una imitación de cordón simple estofado, que en las zonas intermedias muestra, pintadas, hojas de vid con racimos de uvas y espigas de trigo. Predominan con el oro viejo, levemente bruñido, el granate y el verde tropical.

Se cumplen este año 525 del primer Corpus de Tenerife y de la fundación de la primera parroquia de la isla, y la hostia consagrada será llevada de nuevo, como en 1997, por las calles laguneras, en esta sencilla custodia cargada de historia, en la tradicional procesión de la infraoctava, al mediodía de este domingo, día 26 de junio.

Como ya me aventuré a decir en 1997, en el pregón del Corpus del medio milenio [Estudios Canarios, XLII (1992), 1995, 231/239], seguro que Jesús se sentirá bastante mejor acomodado y más gratamente alojado que en cualquier otro, en este humildísimo ostensorio de madera, preciado testimonio de la memoria histórica de la isla.

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