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el recorte

Falsa alarma

El patio está como está. Y la gente anda, después de tanta calamidad, que no le llega la camisa al cogote. Tal vez por eso estamos más susceptibles de la cuenta. Ayer me hicieron ver, entre alarmados y acongojados, un vídeo casero en el que se percibe una especie de humo blanco que aparentemente sale de una de las laderas de nuestro entrañable, gigante, dormido y acojonante Teide. «¿Lo ves? Primero sismos y ahora humo. Esto es una erupción». Pensé que era uno de esos «fakes» que andan por las redes, pero me juraban y perjuraban que el humo era real y que lo habían visto con sus propios ojos, además de grabarlo con el teléfono. Menos mal que, como se habrán enterado por EL DÍA, se trata de un simple deslizamiento de rocas en una de las laderas de nuestro volcán, que provocó una densa nube de polvo. O sea, nada. Pero hasta que te enteras de la realidad el nivel de pánico en el torrente sanguíneo se te pone por las nubes. Porque, además, luego te cuentan –y te enseñan imágenes– de unas lisas enormes saltando fuera del agua y tirándose a la arena en una playa de nuestra isla. Y todas estas cosas te parecen señales de mal fario. Igual que la humareda era un derrumbe, el pescado estaría huyendo de un depredador. Pero a uno no se le termina de ir la mosca detrás de la oreja. Porque vaya racha que llevamos.

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