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editorial

Todos con el Tenerife

Hace días que no se habla de otra cosa en la Isla. Bufandas y banderas cuelgan de los balcones; los niños presumen en los colegios de camisetas blanquiazules; el himno del CD Tenerife suena a todas horas en un sinfín de rincones de la geografía insular y en torno al club representativo se ha instalado un creciente orgullo de pertenencia.

Pase lo que pase hoy, la temporada del Club Deportivo Tenerife ha sido un éxito. Ha logrado devolver a la Isla la ilusión perdida, ha regado cada esquina de emoción, ha reconquistado la fidelidad hasta de los más descreídos y ya está sembrando entusiasmo blanquiazul entre las nuevas generaciones.

Desde la ya histórica doble victoria contra Las Palmas (1-0 en el Heliodoro y 1-2 en Gran Canaria), el optimismo se ha instalado como estado anímico colectivo ante el último cruce que viene. Hoy a las ocho de la tarde, más de 22.000 espectadores firmarán la mejor entrada de la década en el Heliodoro Rodríguez López; y otros tantos seguirán el decisivo partido frente al Girona en la distancia, algunos cerca y otros lejos, pero todos pendientes de lo que haga el Tenerife.

Había muchas esperanzas depositadas en el año del Centenario y ya puede decirse que el Tenerife ha triunfado. Ni el mejor de los guionistas podía haber presagiado que se cumpliría un guion de película: comunión perfecta entre equipo y afición; veneración creciente a Cordero y Ramis, arquitectos del proyecto; resultados perfectos a domicilio (con récord de victorias incluido); y un desenlace cargado de épica, suspense y emoción.

Fue especialísima la victoria contra el eterno rival e íntimo vecino por quien era el adversario; pero también por el contexto y las circunstancias en las que se produjo. Justo después de la peor racha blanquiazul de toda la temporada (tres derrotas consecutivas, solo un triunfo de siete intentos en casa), logró Luis Miguel Ramis descorchar la mejor versión de los suyos el día D y a la hora H. Ocurrió precisamente en la ida del primer envite de la promoción y ante un Heliodoro entregado.

«Lo vamos a hacer», asegura Corredera. «Somos ambiciosos y queremos más», subrayaba Aitor Sanz recientemente en medio de una extraordinaria fiebre blanquiazul y una inesperada apoteosis, que tras la victoria contra Las Palmas llevó a la afición a la calle como nunca antes había ocurrido en la historia reciente. Fue producirse el triunfo contra Las Palmas y salir la feligresía del Heliodoro a celebrarlo. Primero en Los Rodeos, donde hubo larga y merecida fiesta; y a continuación en el Rodríguez López, donde Ramis salió a saludar envuelto en los colores del representativo.

Tiene ante sí el Tenerife una oportunidad histórica. Pocos clubes en el mundo triunfaron el año de su Centenario. Más bien al contrario, los hubo que encargaron finales (el Madrid para el Bernabéu, la de Copa) y acabaron sucumbiendo ante la presión y la responsabilidad. No ha sido el caso de los blanquiazules, que han tomado el camino largo de la promoción para llegar al olimpo de los dioses del fútbol, con fecha prevista de aterrizaje hoy 19 de junio en el Heliodoro Rodríguez López. Todos los ascensos anteriores (1961, 1989, 2001 y 2009) fueron a domicilio. El quinto puede producirse en casa y desatar una fiesta enorme, sin precedentes. Falta solo un partido. «Una sola hoja del libro», que diría el entrenador Ramis, cuyas arengas motivacionales ya se han hecho virales.

Y para que la fiesta sea completa y la celebración centenaria inolvidable, la atmósfera para esta noche es inmejorable. No es para menos, después de escribirse para este año histórico un relato heroico y que ha tenido de todo: esfuerzo, trabajo, suspense, intriga, épica y, sobre todo, emoción. La de miles de tinerfeños que suspiran por el regreso a Primera, 13 años después, ahora con Ramis como líder y con un equipo que merece subir. Su éxito ya es una realidad; ahora falta la guinda.

Felicidades, pase lo que pase, al presidente Miguel Concepción y a todo su equipo; felicidades a los jugadores; felicidades a la afición.

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