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Wladimiro Rodríguez Brito

Agua y sociedad en Tenerife

El pasado lunes se presentó en el Cabildo de Tenerife el libro Apuntes sobre agua y sociedad en Tenerife, de Adolfo Hoyos Limón Gil. Se trata de un documento que dignifica más de 100 años de la historia de Tenerife, valorando el esfuerzo, trabajo y compromiso de un amplio colectivo que lucha por algo básico que es el líquido elemento. Adolfo Hoyos nos ha dejado un documento de un valor extraordinario ya que aporta conocimiento y compromiso con un bien elemental. Así, describe y desgrana un amplio recorrido geológico y social sobre más de un siglo en la lucha por el agua en Tenerife.

Adolfo nos dejó repentinamente el pasado año y vayan estas líneas para alabar su trabajo. Fue un técnico con conocimientos que se implicó en un plano ideológico de lo que ocurre en la sociedad, tanto en el plano político e hidrogeológico. Impulsó dos de los estudios más serios hechos en Canarias y la organización social, tanto de lo que hacen los políticos locales ante los problemas del agua, como la inhibición de Madrid ante las carencias de la dura realidad. Como ingeniero y político hace un recorrido básico, ameno, cargado de información coherente y ordenada. Así, participa en los estudios más serios que se han hecho sobre el agua en Canarias: el proyecto SPA 15 y SMAC 21

Además, no podemos olvidar sus responsabilidades como consejero del Cabildo y como Jefe del Área de Aguas del Gobierno de Canarias. Adolfo Hoyos hace un recorrido hidrogeológico de algo más de cien años en la que pone manifiesto la dejación y las penurias de las administraciones locales y de Madrid y también de las carencias de trabajos y aportes técnicos y económicos, ante la falta de un bien tan elemental como el agua. Hasta los alumbramientos de las primeras galerías de Los Catalanes en 1916 y otras en Güímar y La Orotava, los recursos que disponíamos en Tenerife de los manantiales eran muy escasos de unos pírricos veinte millones de m3/año.

El proceso de construcción de galerías arranca en Tenerife a mediados del S. XIX para alcanzar el máximo apogeo a mediados de la década 1950 -1960, construyendo 30 km por año-. Sin embargo, hoy está totalmente paralizado.

Adolfo hace una lectura histórica de las dificultades técnico políticas y de la orfandad de las Administraciones Públicas en la problemática del agua. Así, hay carencias técnicas por parte de la Administración central e insular para orientar y fomentar una explotación del agua más razonable. También habla de un periodo donde la falta de profesionales era evidente, con un solo ingeniero para toda Canarias. No disponíamos de personas con estudios y conocimientos hidrogeológicos en un territorio castigado por la sequía en el que carecíamos de agua para beber y solo teníamos unos oasis como referencia del agua. Así, encontramos los regadíos en Adeje, en Las Vegas (Granadilla), dos oasis en el Valle de Güímar, el Río Badajoz y Añavingo (Güímar-Arafo) localizándose en el Norte-La Orotava con el mayor caudal y algunos pequeños manantiales en Icod, Garachico y Los Silos en una isla eminentemente de secano.

Adolfo describe con dureza los problemas humanos y sociales que sufrió nuestro pueblo para la perforación de las galerías. También señala las carencias de información y preparación técnica para poner en marcha tales obras y la falta de planteamientos científicos, geológicos por parte de la Administración central y local. Recordemos que las vagonetas se movían con músculos humanos y en contadas ocasiones con un burro. Por no hablar del tema de los gases, situando en los años setenta del pasado siglo galerías sin ventilación

Un artículo del güimarero Tomás Cruz incide sobre la problemática social en el trabajo de las galerías, las vidas que quedaron en las búsquedas del agua de manera primitiva para conocer el nivel de gases. Así, se ponían jaulas con aves para evitar la pérdida de vidas humanas. Hablamos de problemas serios de salud, esfuerzo de trabajo y ahorro popular para perforar más de un millar de galerías y pozos en Tenerife, con más de 1.500 kilómetros perforados.

Se creó un emporio de riqueza, se pasó de unas 1.000 hectáreas de regadíos a más de 22.000 y, lo que es más importante, nuestro pueblo pasó a tener agua corriente en las casas, algo de lo que se carecía, incluida Santa Cruz de Tenerife.

Los aportes de las galerías y pozos significaron un cambio de calidad de vida que no tiene comparación con ningún momento en la historia de la isla de Tenerife. Con los aportes de las aguas y los pozos comenzó la actividad turística en Tenerife.

Adolfo termina su trabajo con la última información del estado del agua y las galerías en Tenerife. Véase el cuadro donde se observa que hemos empeorado y eso debe llevarnos a hacer un esfuerzo social y ambiental sobre el líquido elemento.

En 1972 los caudales alumbrados se situaron en unos 200 hm3 para descender en 2016 a 94 hm3. Aquí Adolfo alude al descenso de 2 hm3 anuales, algo que esperemos que no continúe y que se estabilice pronto. En este plano, Adolfo apunta que hay que aumentar la desalación en más de 8.000 metros cúbicos al día, es decir, 3 hm3/año.

Por otra parte, también se pronuncia sobre las aguas urbanas, ya que no ve alternativa en las aguas superficiales, por lo que es necesario impulsar la depuración y también la reutilización. Así, hace una referencia al gran timonel chino, Deng Xiaoping y asismismo a Zhou Enlai. El primero afirmó que «Gato blanco o gato negro, da igual; lo importante es que cace ratones», mientras que el segundo dijo que «cuando bebemos no podemos olvidar a los que cavaron el pozo».

Leamos nuestra historia y dignifiquemos el trabajo de los que construyeron las galerías y los pozos y miremos para el futuro con una cultura de sostenibilidad en el uso del agua y el suelo que cultivamos.

Creo que estamos ante un trabajo valioso que debemos leer con máximo cariño ya que nos ayuda a plantear un futuro más sostenible para nuestra tierra. Sirvan estas líneas de reconocimiento y agradecimiento a la familia de Adolfo Hoyos.

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