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Óscar Izquierdo

Dos caminos para Canarias

Desde hace años, el Gobierno de España se alineó con la política energética de la Unión Europea en la estrategia de descarbonización a largo plazo, la cual establecía la reducción del 90% de las emisiones de efecto invernadero a 2050, con respecto a 1990 y el 10% restante, sería absorbido por los sumideros de carbono, es decir, montes, bosques, etc. El desarrollo de estas políticas en Canarias ha tenido distintas etapas, que van de la dejación, hasta la pretensión de acortar a 2040 el objetivo de descarbonización, que es lo que utópicamente pretende conseguir la Consejería de Transición Ecológica y más cosas del Gobierno de Canarias. Esto, junto a la ausencia de una política energética regional en el desarrollo de sus competencias, por parte del Gobierno de Canarias, ha llevado a una desigual situación entre Gran Canaria y Tenerife, para afrontar los objetivos de descarbonización.

Es evidente, que las dos islas mayores del Archipiélago tienen caminos distintos, que deben confluir en el horizonte temporal de 2050. Por un lado, Gran Canaria, dispondrá dentro de cuatro o cinco años, de una central hidroeléctrica de bombeo (3.200 Mw/h) que permitirá incrementar la penetración de energías renovables en su sistema eléctrico y disminuir la generación de energía térmica en las centrales de Jinámar y Juan Grande, con la consiguiente disminución del uso de gasoil o fuel y de las emisiones contaminantes. Por el contrario, en Tenerife, aún no se ha dado el primer paso, que es el preceptivo informe de necesidad, que debe hacer Red Eléctrica Española y que marca el comienzo de una larga tramitación administrativa, que en el caso de Chira–Soria, en Gran Canaria, tardó más de diez años.

Por otro lado, tenemos las iniciativas adoptadas por el Gobierno del Estado, para la implantación y uso del gas natural para la generación de energía eléctrica en Canarias. Básicamente, la exención de autorización administrativa para la instalación de plantas regasificadoras. En el caso de Gran Canaria, la ausencia de un puerto en las proximidades de la Central de Juan Grande complica mucho su implantación, el más cercano es el de Arigana, que está a unos veinte kilómetros de distancia, lo que implicaría la construcción de un gaseoducto. El caso de Tenerife es distinto, el Puerto de Granadilla puede facilitar la instalación de regasificadoras en cualquiera de sus versiones, flotantes o en tierra, ya que la Central Eléctrica de Granadilla está muy próxima. El uso del gas reducirá el consumo de gasoil o fuel y la contaminación en esa etapa de transición.

Como puede verse, la situación en ambas islas son distintas y no sería justo ni razonable sacrificar una de ellas en beneficio de la otra. Que como siempre, sería Tenerife la perjudicada. Con la vista puesta en el 2050, donde deben confluir en los objetivos de creación de empleo y crecimiento económico, el Gobierno de Canarias, debería adoptar decisiones realistas y razonables, que profundizaran en un desarrollo equilibrado de Canarias en la política energética.

Desde FEPECO, creemos en las bondades del gas natural, como combustible de transición y, en este sentido, ha llegado el momento de que la sociedad civil tinerfeña, tome el liderazgo, manifestando su apuesta por unas centrales menos contaminantes, reduciendo el uso de gasoil y del fuel en las mismas y potenciando la defensa de nuestro medio ambiente. Ya que la inacción y dejadez de la mayoría de los políticos locales, que se ocupan de lo que no tiene importancia y hacen dejadez de lo trascendental, hace necesario levantar la voz de una ciudadanía, cada vez más concienciada en su papel de promotora en la defensa a ultranza de nuestra isla, porque Tenerife siempre tiene que ser lo primero.

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