Opinión | con la historia
Xavier Carmaniu Mainadé
Logística marcando el paso
Hoy se inaugura el SIL Barcelona, el Salón de la Logística que ya llega a su edición número 22, convirtiéndose en uno de los encuentros profesionales más importantes que se celebran en la capital catalana.

Caballo descargado en el puerto turco de Çanakkale, en 1917. / Xavier Carmaniu Mainadé
A estas alturas nadie duda de que la logística es una actividad fundamental para nuestro mundo global. La pandemia de coronavirus o la crisis del canal de Suez nos han demostrado lo importante que es una buena gestión de las mercancías, aunque la logística es mucho más que eso. Es la habilidad de conseguir que en cada momento y lugar existan los productos que se necesitan.
Aunque no fue hasta la década de 1960 cuando se incorporó a la gestión empresarial y al comercio internacional, antes ya era vital en el ámbito militar. De hecho, una de las teorías para explicar el origen del término es el cargo creado en el siglo XVIII en el escalafón del Ejército francés llamado maréchal des logis. Un grado de la suboficialidad que todavía existe y que se ocupa de la intendencia. Quien habría convertido el logis en logistique (logística en francés) habría sido el general suizo Antoine-Henri Jomini en el libro que escribió en 1838 sobre la organización de las tropas durante los conflictos bélicos. Aquel volumen, muy bien valorado por las academias militares de la época, llegó a EEUU y fue un manual básico de centros prestigiosos como West Point. Después, en el siglo XX, la logística fue una cuestión clave para asegurar el éxito de las campañas estadounidenses en las dos guerras mundiales.
Ahora bien, desde nuestro egocéntrico presente no podemos caer en el error de pensar que la logística solo tiene razón de ser en la actualidad. Para las grandes potencias de la antigüedad, como Roma, aquella cuestión ya era un quebradero de cabeza para los emperadores, que tenían que encontrar la manera de controlar un territorio cada vez mayor con sus ejércitos.
Y lo mismo para la logística civil. En 2011, un grupo de investigadores de la universidad serbia de Novi Sad analizaron desde la perspectiva del transporte de mercancías el resultado de diferentes excavaciones de barcos naufragados, y demostraron que en el Mediterráneo de antes de Cristo ya existía un sistema de comercio internacional bien organizado. Uno de los ejemplos más fascinantes que citaban era el del buque Uluburun, que se hundió frente a las costas de la actual Turquía alrededor del siglo XIV a. C., es decir, durante la Edad de Bronce.
El barco, de unos 15 metros de largo y localizado a unos 45 metros de profundidad, fue objeto de un intenso estudio a lo largo de campañas arqueológicas ininterrumpidas entre 1984 y 1994. En el momento del naufragio llevaba la bodega cargada hasta los topes, lo que le convirtió en una valiosa fuente de información sobre cómo se movían las mercancías entre los puertos mediterráneos. En la lista de productos había lingotes de cobre, una tonelada de estaño, 149 jarrones, madera negra de África, colmillos de marfil, huevos de avestruz, cerámica chipriota, lámparas de aceite, perlas de ámbar del Báltico, piedras preciosas y piezas de vidrio. Todo estaba perfectamente colocado para repartir el peso y aprovechar el espacio de carga al máximo. Se calcula que, en total, la nave transportaba unas 20 toneladas de mercancías.
A juzgar por los productos, el Uluburun posiblemente procedía de la isla griega de Micenas y habría navegado desde las costas egipcias hasta Oriente Próximo. Seguro que durante su trayecto se cruzó con infinidad de barcos fenicios, los grandes dominadores del comercio internacional de la época. Fueron ellos quienes desarrollaron algunas herramientas entonces revolucionarias que les eran vitales para lo que ahora llamamos logística: el alfabeto y los números.
Los fenicios fueron pioneros en buscar fórmulas para registrar grandes cantidades con pocos garabatos y poder contar lo que compraban, vendían y transportaban de un lado a otro. El hecho de que tuvieran tanta movilidad y se relacionaran con todo el mundo hizo que esos sistemas se popularizaran. Sin esos primeros pasos, nuestra logística actual no habría alcanzado el nivel de sofisticación que tiene ahora.
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