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Hace poco más de dos años me encontraba en Ámsterdam disfrutando de un viaje turístico con un grupo de amigas y amigos de Tenerife, cuando, de pronto, al pasar por delante de un local, observo que mientras una cola de gente espera para entrar, algunos del grupo penetran en él. ¿Dónde van? -les pregunto. A echar un vistazo, es un coffee shops donde venden cannabis. Se puede pasar, aunque no vayas a comprar -me dicen. Pues qué interesante. Y entro también.

La cola es para comprar cannabis en un mostrador, y luego se pasa a un enorme salón donde la gente fuma marihuana tranquilamente, siendo el único lugar en Holanda habilitado legalmente para comprar y consumir cannabis. Luego, al salir, observo que el local tiene un cartel verde y blanco en su puerta, destacando el nombre de coffee shops.

Recordé, entonces, que muchos años antes, la primera vez que estuve en Ámsterdam en un viaje de campings y tiendas de campaña, nos sentamos en la popular plaza Dam, frente al Palacio Real, donde la nube de marihuana resultaba, cuando menos, muy olorosa. No era legal fumarla allí, pero resultaba evidente la permisividad policial al colectivo hippye.

Se trata de una planta originaria del Asia Central que crece de forma silvestre en las zonas templadas y tropicales del planeta, y desde siempre se ha cultivado por sus supuestas acciones medicinales y psicoactivas, y, actualmente, salvo en Holanda, Jamaica o la zona marroquí del Rif, su cultivo, consumo y comercialización, están prohibidos.

El pasado 25 de abril, en la Real Academia de Medicina de Canarias, el catedrático de Toxicología de la Universidad de La Laguna, profesor Arturo Hardisson, impartió una conferencia magistral tan interesante que hoy la comento a los lectores de EL DIA porque el uso medicinal y la legalización o no del cannabis sigue, y seguirá siendo, motivo de debate por mucho tiempo, al igual que el alcohol y el tabaco, únicas drogas legales en España.

Las drogas en general pueden ser depresoras (alcohol, barbitúricos, cannabis, heroína, etc.), estimulantes (anfetaminas, cocaína, tabaco, etc.) o perturbadoras (cannabis, LSD, etc.) del sistema nervioso central. En el caso de los derivados del cannabis, sus consumidores más frecuentes suelen ser jóvenes estudiantes de entre 22-23 años, siendo la droga ilegal que más se produce, trafica y consume en el mundo (según la ONU, unos 275 millones de consumidores), tanto que su producción va en aumento, siendo la droga ilegal que más se consume en España, considerándose problemático el perfil de hombre menor de 25 años que fuma tres porros de marihuana al día, aumentando en España el número de personas que considera importante la legalización del cannabis.

Sus principios activos permanecen en la orina hasta siete días después de su consumo, habiéndose detectado también en la leche materna y las heces, siendo su principal constituyente psicoactivo el delta-9-tetrahidrocannabinol (TSH), y diversa su forma de presentación (grifa, maría, hachish, marihuana líquida, etc.)

Los efectos fisiológicos que producen su consumo suelen ser aumento de apetito, sequedad de boca, ojos brillantes y enrojecidos, taquicardia, sudoración, somnolencia y descoordinación de movimientos; y los psicológicos la relajación y alteraciones sensoriales como dificultad para expresarse con claridad. Para el profesor Arturo Hardisson, los posibles efectos mentales y conductuales suponen unos riesgos muy a tener en cuenta, como es el deterioro de la memoria para hechos recientes, de la coordinación motora y de otras capacidades psicomotoras, y si bien suelen ser reversibles, pueden causar dependencia psicológica cuando se usa por largos períodos de tiempo y a altas concentraciones.

La legalización o no del uso del cannabis sigue siendo en España motivo de controversia y discrepancia a nivel social y político, tanto que al respecto no se ha llegado a un acuerdo definitivo en el Congreso y Senado, salvo el apoyo a sus usos medicinales (dolor crónico, esclerosis múltiple, epilepsia y cáncer, sobre todo), si bien no hay avances en la elaboración de una ley porque para ello primero se tiene que comprobar y demostrar científicamente su indicación terapéutica.

*Académico correspondiente de la Real Academia de Medicina de Canarias

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