La masa salarial de las administraciones públicas españolas, con casi cuatro millones de empleados, ha llegado a su techo histórico con más de 147.000 millones de euros, un crecimiento del 4,6% el año pasado. Y no es porque hayan subido los salarios (que lo hicieron un 0,9%) sino porque los políticos se han desmelenado contratando gente. Es la mayor cifra que jamás se ha alcanzado en este país. Tiene que ver con la llegada de la pandemia y de los fondos extraordinarios de la UE destinados a España, que, entre otras cosas, han servido para reforzar la Sanidad y la Educación pública. Pero también con la costumbre de los partidos de, entre col y col una lechuga, ir colocando a su gente.
También tenemos hoy el Gobierno más obeso de la historia. El presidente y sus veintidós ministros, ministras y ministres superaron la cifra de 172 millones de euros de gasto para poder hacer esas cosas tan maravillosas que hacen por este país. Ya saben, cosas como anunciar que se va a subir la cuota a los autónomos, revisar el catastro con subidas del 68% o viajar a Marruecos para cenar delante de una bandera española puesta del revés. Lo normal.
A lo largo de esta última crisis, no solo los servicios públicos esenciales se han visto reforzados con nuevos medios humanos y materiales. En realidad, todas las áreas de las administraciones han disfrutado de aumento de personal, con crecimientos superiores, en algún año, al 10%. Y eso plantea un problema de falta de credibilidad cuando tienes que pedirle moderación salarial o de beneficios a los que pagan todo esto con sus impuestos. ¿Por qué no se moderan ellos primero, para dar ejemplo?
Con el disparatado incremento del IPC de este año, si los empleados públicos y los pensionistas exigen la actualización de sus salarios, la repercusión en los presupuestos, calculado un IPC medio del 7%, pasará de largo de los veinte mil millones de euros. Y lo peor es que el Gobierno está obligado por ley a realizar esa actualización con los pensionistas, aunque ya se sabe que en este país hay muchas leyes que no se cumplen.
En el lado oscuro de la vida, en un sector privado al que aún le tiemblan las canillas de debilidad, la inflación nos come por las patas, han subido el euribor, han elevado el valor catastral de las viviendas, van a subir las hipotecas —cuando aumenten los tipo de interés— y se anuncian nuevos impuestos. La vida va a ser peor, vivir será más caro y pagaremos más impuestos. ¿A quién le están pidiendo moderación?