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Así no avanzamos

Cuando hablamos de problemas burocráticos no son solo referidos a la actividad empresarial, sino que, hablando con alcaldes, a diario, encuentras una sensación de impotencia en el desarrollo de cualquier proyecto o financiación que limita con la decepción permanente.

No podemos añadir a los plazos habituales de ejecución de obras, los retrasos en los planes de ordenación, o las interminables pegas de los informes medioambientales, que vencen, habitualmente, antes de terminar los procesos administrativos, lo que conlleva el reinicio de los procedimientos.

Así no avanzamos.

Así no hay manera de captar inversiones internacionales, ni mucho menos que, un empresario o autónomo pueda desarrollar su actividad o renovar su proyecto.

Los tiempos y la eficiencia tienen que ir, necesariamente, de la mano.

Hoy en día, un plazo de 5 años es inaceptable para hacer carreteras, túneles o un simple auditorio. Es que cuando terminas la obra ya empieza a estar obsoleta o las propias necesidades han cambiado la prioridad de las actuaciones.

No podemos olvidar tampoco que, detrás de las obras vienen los empresarios, atraídos por su efecto arrastre y las oportunidades de crear cadenas de valor y empleo, y se habrá ido con sus inversiones a otro lugar, e incluso, en breve plazo, volverán a ser tentados por la retribución de su tesorería en cuenta corriente o la inversión en renta fija bien remunerada, lo que creará algún valor pero ningún empleo.

Es cuestión de priorizar el modelo que queremos.

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