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observatorio

¿Giro socialdemócrata de Macron?

El pasado lunes, 22 días después de su reelección, Emmanuel Macron designó a Élisabeth Borne, hasta ahora titular de Trabajo, como primera ministra en sustitución de Jean Castex. Se trata de la segunda mujer en la historia de Francia que se sitúa al frente del Gobierno, desde que François Mitterrand escogiese a Édith Cresson en 1991. Es el primer gesto de la «nueva era» que prometió abrir el presidente de la República la noche de su reelección, el pasado 24 de abril. La nueva primera ministra será la encargada de afrontar la llamada tercera vuelta electoral de las legislativas del 12 y el 19 de junio.

La designación de Élisabeth Borne representa un giro táctico de Macron para contrarrestar la apuesta de Jean-Luc Mélenchon, líder de La Francia Insumisa, que intenta rentabilizar su porcentaje de las presidenciales (21,95%). Así, de la mano de la Nueva Unión Popular Ecológica y Social con comunistas, ecologistas y socialistas, Mélenchon busca una victoria en las legislativas de junio para ser nombrado primer ministro y forzar una cohabitación con el presidente Macron. La inercia de las presidenciales de abril juega a favor de Macron, pero quería hacer un gesto al electorado de izquierdas para asegurar su victoria.

Este gesto, precisamente, es la designación de Élisabeth Borne como primera ministra. Se trata de una alta funcionaria, que cumplió 61 años el pasado 18 de abril, de perfil técnico, pero que ha hecho carrera a la sombra de los gobiernos socialistas. Alumna de la Escuela Politécnica e ingeniera de profesión, fue consejera técnica del primer ministro Lionel Jospin (1997) y jefa de gabinete de Ségolène Royal (2014) en el Ministerio de Ecología. Posteriormente, dirigió la empresa de transportes públicos de París (RATP). En las presidenciales de 2017 se distanció del PS y apostó por En Marcha, el movimiento que llevó a Macron a la presidencia.

Desde entonces, durante el primer quinquenio presidencial, ha sido ministra de todos los gobiernos de Macron: primero de Transportes (2017), después de Transición Ecológica (2019) y finalmente de Trabajo (2020). Representa, en suma, la tecnocracia socialdemócrata. Su asignatura pendiente, al igual que ocurrió con Macron cuando llegó a la presidencia en 2017, es que no ha tenido nunca un mandato por elección directa: ahora, en las legislativas de junio, se presenta como candidata en la sexta circunscripción de Calvados. Si en su primer mandato el presidente Macron escogió a dos primeros ministros procedentes del posgaullismo, Édouard Philippe y Jean Castex, situados en el centroderecha liberal, ahora opta por una primera ministra de centroizquierda con una larga experiencia de gestión en gobiernos del PS. La pregunta que se hacen los analistas es si la designación de Élisabeth Borne representa un giro estratégico de Macron, en clave socialdemócrata, o un movimiento táctico ante las elecciones legislativas de junio. La composición del nuevo Gobierno, que mantendrá los equilibrios del macronismo, invita a pensar más bien lo segundo.

Entre tanto, los hechos avalan una evidencia: la nueva política que encumbró a Macron a la presidencia en 2017 no se ha traducido en nuevos liderazgos de la sociedad civil surgidos de En Marcha, el movimiento que diseñó como una moderna startup. Los pesos pesados de sus gobiernos, como es el caso de sus primeros ministros, incluida Élisabeth Borne, son cuadros que provienen de la vieja política, posgaullistas y socialistas, y que optaron por Macron en 2017. Viejo es también un sector de su electorado: en la segunda vuelta de abril obtuvo el mayor apoyo entre los votantes de más de 65 años (75%).

Los electores dirán en las legislativas de junio si dan credibilidad a este guiño socialdemócrata de Macron. Élisabeth Borne es la carta para afrontar las tres brechas que las presidenciales dejaron abiertas: la fractura social, la fractura territorial y la fractura colonial de los llamados territorios de ultramar (la extrema derecha ganó allí la segunda vuelta). La «nueva era» que se abre con su nombramiento tiene fecha de caducidad: la limitación constitucional de dos mandatos impedirá a Macron presentarse a la reelección en 2027. ¿Será capaz de definir hasta entonces un espacio progresista que supere el vértigo que produce el hundimiento de los partidos de la vieja política y la falta de liderazgos de relevo en la nueva política?

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