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CARTAS AL DIRECTOR

Respeto

Si Santa Cruz se erige como el corazón de Tenerife, su piscina municipal, Acidalio Lorenzo, es la arteria principal de ese corazón. El mayor centro de salud física y mental al aire libre de la ciudad. Y lo es desde su fundación en el año 1964.

Desde entonces, cientos, miles de hombres y mujeres, aprendieron a nadar en ella, a jugar y competir, a disfrutar en un lugar único, que con sus más y sus menos, es reconocido y envidiado en muchos lugares del mundo.

Hoy no escribo para hablar de la temperatura del agua, por suerte y trabajo, magnífica en este momento. Tampoco de la limpieza de sus instalaciones, a un nivel de pulcritud y regularidad, excelente. Hoy escribo para hablar de respeto. El que merecen, merecemos, personas que como yo, llevamos 40 años o más, nadando en esta piscina casi a diario.

Convivencia. Palabra clave. La base social de esta piscina está formada por los usuarios libres. Hombres y mujeres del municipio que compran su bono en las instalaciones del ayuntamiento a 24 euros, y con el que tienen derecho a 20 sesiones en la misma, ya sea para nadar en los vasos de 50 o 25 metros, el foso o el vaso rehabilitador de agua más caliente, en un amplio horario y con calles compartidas y separadas por niveles de técnica y velocidad; intentando así que personas con diferentes habilidades no se estorben. Con ellos y ellas conviven equipos de natación juniors, seniors y másters, equipos de sincronizada y de waterpolo. Y es aquí donde aparece un problema que poco a poco ha ido a más, y que pone en serio riesgo el valor y la idiosincrasia de este lugar tan importante para la estabilidad de Santa Cruz.

A lo largo de estos años, han sido muchas las competiciones llevadas a cabo en la piscina, pero el carácter amateur, clave para la buena convivencia entre todas las partes, siempre prevalecía. Equipos y deportistas de todo el mundo han pasado –y pasan– por la municipal durante el año, ya que las condiciones meteorológicas son inigualables.

Tanto la creciente demanda de espacio que ha traído la profesionalización del waterpolo a la piscina, como el efecto llamada externo del mismo, hace que se viva un momento de ambiente extraño. Digamos que hoy en día, existen unos privilegios adquiridos por dicha circunstancia que claramente van en contra de la esencia de servicio municipal de la Acidalio Lorenzo. No hablo de la cantera, hablo de equipos profesionales, hombres y mujeres, que no conocen la historia de esta piscina, ni la función que cumple dentro de la sociedad santacrucera y chicharrera en general. Foráneos, muchos de ellos, que no saben distinguir ni respetar, intuyo, porque nadie habrá hecho esa labor didáctica de hacer entender y apreciar el lugar que te acoge y sí, te respeta.

Son muchos los días que arrinconados por falta de calles –se prioriza el espacio para que estos equipos entrenen–, cambios en la distribución de la piscina, o balones que vuelan y golpean en todas direcciones, vecinos y vecinas de diferentes edades, personas jóvenes y mayores cuya quizás, única salida y cura para el estrés o cualquier dolencia que sufren, sea ese rato de agua y aire libre, se ven obligados a desistir y quedarse en casa, o incluso lidiar, además, con las críticas, risas o lecciones de civismo que reciben por parte de algunos miembros de estos equipos. Así, poco a poco, este lugar de encuentro y ayuda mutua, está perdiendo su esencia, algo que ha hecho de esta piscina un espacio singular y diferente a otros de similares características.

Si Santa Cruz quiere ser el corazón de Tenerife, como señalan varios cartelones colocados en la propia piscina a raíz de una reciente competición internacional, sus técnicos y políticos municipales tendrán que entender que en una foto, se puede quedar bien, y ser noticia, uno o dos días; pero ganarse la fe, la confianza y el bienestar de los ciudadanos y ciudadanas de esta ciudad, usuarios de la piscina, no tiene nada que ver con eso, sino con el respeto, y eso se gana, igual que nuestros votos, con trabajo diario y conciencia colectiva. Enseñando, a quienes no saben, que la prepotencia es signo de ignorancia. Y que el cuidado de lo nuestro es la sangre de este corazón.

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