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Jorge Bethencourt

Manual de objeciones

Jorge Bethencourt

El ministro que dijo que no iba a llover

Dice un refrán que resulta mejor no hablar y parecer tonto que hablar y confirmarlo. ¿Qué necesidad tenía el ministro de Exteriores, José Manuel Albares, de sumergirse en el ridículo? Ninguna. Pero los políticos, como los besugos, mueren por la boca.

El señor ministro sacó el botafumeiro para ahumar con incienso a su presidente, Pedro Sánchez. Igual es saludable costumbre para garantizar su supervivencia, habida cuenta de que Sánchez se carga ministros, ministras y ministres como el que sopla velas, pero suele ser arriesgado hablar de cosas imprevisibles. Y mucho menos cuando lo que vas a decir tiene que ver con un país como Marruecos, que suele hacer casi siempre lo que le da la gana. Dijo Albares que gracias a «la paz» con Rabat la llegada de inmigrantes a las islas había caído un 45%.

Resulta curioso. El día antes los periódicos habían titulado: «Un total de 9.317 extranjeros han entrado de forma irregular en España desde principios de año y hasta el 15 de abril, un 29% más que en el mismo periodo de 2021, según el balance quincenal del Ministerio del Interior». Al día siguiente, nos regalaron la opinión del ministro: «La migración irregular que llega a Canarias ha descendido un 42 por ciento desde que Pedro Sánchez remitió la carta al Rey de Marruecos».

Y mientras las palabras flotaban en el aire, 28 personas murieron en las frías aguas del Atlántico condenados por un golpe de mar que los tiró de una lancha neumática con la que trataban de llegar a Canarias. Solo hubo 13 supervivientes. Y otros 44 emigrantes murieron al hundirse otra patera en el entorno del Cabo Bojador. Salvamento Marítimo rescató después, al este de Fuerteventura a otras 61 personas mientras se organizaba otro rescate de una lancha a punto de naufragar con 71 personas a bordo. O sea, estamos en medio de una nueva oleada de arribadas.

¿Todo esto qué significa? Pues muy sencillo: que el señor ministro habló de un tema que no controla porque, sencillamente, no se puede prever lo que va a ocurrir. Que se lanzó a una piscina más seca que el bolsillo de un contribuyente canario. Que dijo «no va a llover» y cayó una manta de agua.

En realidad, gracias a «la paz» con Rabat –que es como Albares llama a la rendición incondicional del desgobierno de España– solo se ha conseguido que le podamos seguir mandando de vuelta a Marrruecos la «mercancía humana» que ellos nos mandan, previo pago de una cuantía por cada repatriado, como es habitual en ese perverso sistema de economía circular que ha sembrado de cadáveres el fondo del mar canario.

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