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Alfonso González Jerez

Retiro lo escrito

Alfonso González Jerez

El presidente Domínguez

Manuel Domínguez no apareció por la sesión de control del Gobierno en el pleno parlamentario. Lo dejó en manos de María Australia Navarro y Poli Suárez. El PP no tiene demasiada potencia de tiro parlamentario. Fuera de la obsesión por el recorte de impuestos como bálsamo de Fierabrás y de las aportaciones sociales de Suárez y sanitarias del doctor Miguel Ángel Ponce todo es argumentario remitido por Génova y fraseología conservatoria mesetaria. Pero a Domínguez –que como es obvio conoce perfectamente tales circunstancias– eso no le preocupa demasiado. A Domínguez lo que más le interesa es la implantación municipal del partido como clave para su crecimiento a medio y largo plazo. Una situación crónicamente desatendida en el Partido Popular hace muchos, demasiados años, y que ha tenido un coste elevado. Desde un punto de vista parlamentario Domínguez confía (como Ángel Víctor Torres en el PSOE) de la potencia de una marca en alza bajo el liderazgo de Núñez Feijóo. Está convencido que le basta con no cometer errores –mencionar a Vox, mostrarse nervioso, perder el aura de sentido común y exitosa gestión que se ha construido– para aprovecharse limpiamente del crecimiento del PP en el próximo ciclo electoral. Lo perfecto serían elecciones anticipadas y que el gallego terminara en La Moncloa, y a esperar las consecuencias en Canarias. Pero Domínguez es testarudamente realista. Entre 16 y 18 diputados. Lo que calcula que sacará más o menos Coalición Canaria. Y entonces lo reclamaría. Por supuesto, después de los años de sanchismo, ese teratológico sueño de un gobierno PP y PSOE –imitando el invento de uno de sus antecesores en La Palma– ya no es tolerable. Pero si Coalición Canaria quiere pactar con el PP tendrá que pagar un precio: que el presidente del Gobierno canario sea Manuel Domínguez.

Domínguez está razonablemente seguro de su jugada y de poder conseguir, por primera vez, la Presidencia de Canarias para el Partido Popular. Lo ha comentado con Madrid. Y les gusta. Les gusta mucho. Coalición Canaria, sencillamente, no podrá negarse si quiere volver al Ejecutivo. Y también, seamos realistas, para que los coalicioneros consigan, si son la minoría mayoritaria en el ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife y en el Cabildo Insular, el apoyo del PP para sus candidatos. Si y solo si Domínguez es presidente del Partido Popular apoyará a los candidatos de CC en ambas corporaciones. Pero el líder conservador tiene otro recurso a su favor: la entrada de Vox en la Cámara regional. No será especialmente intensa, pero ninguna encuesta seria les niega dos o tres diputados. Domínguez no conoce quién dirige Vox en Canarias –ni Vox lo sabe– pero también esta medianamente convencido de que no apoyaría a un candidato presidencial nacionalista y, en cambio, se mostrarían receptivos a votar a favor o abstenerse a un candidato presidencial del PP que acabara con un gobierno del PSOE y Unidas Podemos. Lo más probable es que no los quiera en su gobierno y que incluso no soliciten nada. Por el momento. Domínguez es un político al uso y no piensa en las próximas generaciones, sino en las próximas elecciones. Ya se andará.

Esa es, más o menos, la estrategia de Domínguez al frente de los conservadores canarios. Fortalecer organizativamente el partido, mejorar su implantación municipal buscando nuevos candidatos o reciclando otros, perfumarlo con unas gotas muy tenues de identidad canaria, proyectar una imagen de derecha suave, así como tú sabes, suave, pero con el objetivo inflexible de desalojar al PSOE del poder y no solo –como es obvio– en el Gobierno autonómico. Y aprovechar el impulso de la empresa a favor de la franquicia. Y césar o nada. Piensa que el PP podría aguantar cuatro años más en la oposición, pero CC no.

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