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Observatorio

El fin de la neutralidad

El fin de la neutralidad Tank

Hasta el día 24 de febrero de 2022 la organización euroatlántica buscaba de manera insistente una razón para seguir existiendo. De hecho, en la reunión prevista en Madrid el próximo mes de junio se preveía la aprobación de un nuevo concepto estratégico para la organización y los puntos principales del mismo versaban sobre el ámbito de la seguridad humana, el cambio climático o mujer y seguridad, entre otros. Pero, además, se quería garantizar la unidad y la cohesión interna de todos sus miembros. En definitiva, se trataba de darle sentido a una organización anacrónica cuya misión había sido defenderse del Pacto de Varsovia y que ha transitado sin rumbo claro durante estos últimos veinte años. Pues bien, uno de los primeros logros alcanzados por Putin ha sido precisamente dar sentido a la existencia de la OTAN.

Y no solo eso, parte del efecto rebote de la invasión rusa de Ucrania ha sido que Suecia y Finlandia, dos países tradicionalmente no alineados, estén dando un paso adelante para unirse a la OTAN. Romperían, de este modo, su estatus de neutralidad y completarían la expansión de la organización hacia el este duplicando, además, el número de kilómetros cuadrados de frontera directa entre territorio ruso y OTAN.

El efecto de la invasión rusa sobre las opiniones públicas de estos dos países no se hizo esperar demasiado. Entre el 4 y el 15 de marzo una encuesta realizada en Finlandia por la empresa EVA, del Foro de Negocios y Políticas de Finlandia, mostraba un cambio radical en las posiciones de los ciudadanos finlandeses en relación con la pertenencia a la OTAN, apoyando esta adhesión en un 60%, 34 puntos más que en la última ola realizada durante el otoño de 2021. Asimismo, otra encuesta realizada en enero de este mismo año mostraba una oposición a la incorporación a la OTAN por parte de Finlandia del 40% de los finlandeses. En el caso sueco, también se han disparado las posiciones a favor de la incorporación a la organización atlántica. Según algunas encuestas seis de cada diez suecos querrían unirse a la OTAN, siempre y cuando también lo hiciera el vecino finés. Pero si el país vecino no diera el paso, los suecos reducirían su apoyo hasta el 41%.

Las razones de este cambio de paradigma en las políticas de seguridad de estos dos países, sostenidas sobre la neutralidad y la independencia militar, y de la rapidez del mismo obedecen, sin duda, al miedo generado por la creciente asertividad y violencia que contemplan (contemplamos) con incredulidad del vecino ruso. Si en enero la primera ministra finlandesa, Sanna Marin, declaraba que no parecía una opción la solicitud del ingreso de Finlandia en la OTAN durante el periodo legislativo, el golpe de timón de Rusia en Ucrania ha hecho dar un vuelco a esta situación. Los 1.300 kilómetros que comparte con el vecino eslavo son, sin duda, un motivo de temor justificado, a lo que habría que sumar la observación, no menor, de los límites en materia de defensa e intervención militar cuando un país no es miembro de la OTAN.

Las decisiones que tendrán que adoptar estos dos países todavía habrán de transitar por distintos procesos de debates parlamentarios que afectan a la naturaleza misma de ambos estados, si bien en distintos niveles. En el caso de Finlandia su aproximación a la neutralidad es pragmática y fue impuesta por el Acuerdo de Amistad, Cooperación y Asistencia Mutua firmado con la Unión Soviética de 1948, es decir, se trata de una neutralidad impuesta o forzada. Por el contrario, la decisión final en Suecia aún tardará algo más, puesto que el país se enfrenta a unas elecciones a mediados de este año y, por tanto, el Gobierno actúa con una mayor cautela que su vecino finés. En este caso, se intentará evitar un cambio impulsivo en su política de seguridad, puesto que el concepto de neutralidad está directamente vinculado a la propia construcción de su identidad nacional, por lo que el debate es de mucho más calado ya que afecta a la propia naturaleza del país.

En todo caso, parece que el rumbo de ambos países transita en estas horas hacia su incorporación a la OTAN, algo que marcará un antes y un después no solo en estos países, sino también por lo que hace al propio futuro no solo de la OTAN, también de la UE.

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