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Entender + con la Historia

Los libros que nunca leeremos

Una novela que todo el mundo daba por extraviada es el fenómeno literario del momento en Francia. El caso ilustra la compleja relación que ahí tienen con su pasado reciente. Y a nosotros nos sirve para recordar otros libros perdidos.

Todas las culturas tienen a sus creadores malditos. Autores de obras admiradas pero con biografías tan polémicas que incomodan. Por ejemplo, la literatura francesa tiene a Louis-Ferdinand Céline, que en 1932 deslumbró a todo el mundo con su primera obra Viaje al fin de la noche, basada en sus vivencias de la Primera Guerra Mundial. De entrada se convirtió en un referente, pero con el ascenso del nazismo todo cambió. Su ideología antisemita y de extrema derecha le hizo abrazar con entusiasmo la ocupación alemana, no escondió sus simpatías por Hitler y colaboró con el régimen de Vichy.

Cuando en junio de 1944 los Aliados empezaron la ofensiva final para liberar Francia, abandonó París para refugiarse en Dinamarca. Con las prisas, dejó unas 5.000 páginas inéditas en su casa. Un material literario valiosísimo que desapareció.

Manuscrito robado

En 1951 pudo regresar y siguió publicando, pese a quedar marginado de las esferas culturales de la Francia de posguerra. Hasta el último día de su vida –murió en 1961– reclamó que quien le hubiera robado los manuscritos se los devolviera. Nunca ocurrió. Pero en 2019 saltó la sorpresa y salieron a la luz gracias al antiguo crítico teatral del diario Libération, Jean-Pierre Thibaudat. Explicó que años atrás un lector del rotativo se los había entregado con la condición de que no los publicase hasta que muriera la viuda de Céline. Efectivamente, la mujer falleció en 2019, a los 107 años.

Tal y como explicó hace pocos días nuestro corresponsal en París Enric Bonet, la prestigiosa editorial Gallimard acaba de poner a la venta Guerre, un inédito de Céline, que formaba parte de esos papeles que parecían perdidos. La novedad se ha convertido en el fenómeno literario de esta primavera en Francia, porque el escritor todavía remueve muchas cosas. Y también porque siempre fascina encontrar libros desaparecidos. No siempre hay tanta suerte.

A lo largo de la historia ha habido muchos títulos que fueron, pero que nunca podremos leer. En algunos casos, como pasa con Céline, por culpa de las guerras. Esa ocupación nazi que él vivió con euforia supuso una tragedia para Walter Benjamin, que le abocó al suicidio en un hotel de Portbou en 1940 (aunque algunas teorías apuntan a que fue asesinado por agentes de Stalin). En la habitación dejó una maleta con sus pertenencias, entre las que habría habido un manuscrito en el que había estado trabajando hasta el último momento. Sin embargo, de esos papeles nunca se supo nada y nadie los ha encontrado. Algo similar le ocurrió a Antonio Machado a pocos kilómetros, el año antes. En febrero de 1939 huía de la España franquista y se refugió en Colliure, donde murió. Tras su fallecimiento se dice que desaparecieron escritos que tenía en su equipaje.

Cuando mueren las grandes plumas de la historia pueden ocurrir este tipo de cosas. Pueden ser desapariciones fortuitas o instigadas por los vivos, que desean eliminar rastros de situaciones comprometidas. Giorgio van Straten en su Historia de los libros perdidos menciona algunos casos. Uno de los más destacables es el de Lord Byron. Cuando este símbolo del romanticismo inglés falleció, los familiares y amigos encargados de velar por su legado quemaron sus memorias para esconder su homosexualidad. Un caso similar, muchos años después, fue el de la poeta Sylvia Plath, quien se quitó la vida cuando se estaba separando de su marido, el también escritor Ted Hughes. El hombre destruyó los diarios íntimos de su esposa para evitar el sufrimiento de sus hijos. Y de paso quizás para protegerse a sí mismo, que le había sido infiel. A veces, el fuego es fortuito como en el caso de Malcolm Lowry, famoso por su obra Bajo el volcán en 1947 y del que nunca podremos leer parte de su producción porque se le quemó la casa con un millar de páginas inéditas dentro.

Con los ordenadores todo parece algo más seguro, pero ya se sabe que fallan cuando menos te lo esperas. Vete a saber cuántas obras maestras deben esconder los discos duros abandonados en las casas de los escritores.

Clásicos

La misteriosa obra de Aristóteles

Si hay un texto perdido que ha despertado todo tipo de elucubraciones, este es el segundo libro de la ‘Poética’ del filósofo griego Aristóteles, que se especula que estaba dedicado a la comedia. Desde la Edad Media, los estudiosos han elaborado mil hipótesis sobre el contenido de esta obra e, incluso, inspiró a Umberto Eco a la hora de escribir la famosa novela El nombre de la rosa.

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