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el recorte

Pobreza

Nos venimos acostumbrando a los datos sobre la pobreza, que ya vienen a ser como la calima, cosa de la naturaleza. Pero no. La pobreza no es una condición natural de Canarias, aunque se haya convertido, con las décadas, en algo endémico. Los gobiernos, de ahora y de antes, hacen planes «contra» la pobreza que son falsos de nacimiento. Ayudar a sobrevivir a los que carecen de todo no es luchar «contra» la pobreza, es ayudar a sus víctimas. El único plan viable que existe contra la miseria es crear un progreso social y económico que llegue a todo el mundo. Puntuar decididamente en los concursos públicos a las empresas que mejores salarios paguen a los trabajadores residentes en las islas. Cerrar la espita de la importación de mano de obra barata en una tierra donde hay doscientos mil parados. Hacer viviendas públicas para regular el disparatado mercado de los alquileres. Construir una potente formación profesional con trabajadores formados para los sectores que más los necesitan. Y, sobre todo, dejar de poner palos en las ruedas a proyectos tractores, capaces de crear cientos de puestos de trabajo: inversiones en hoteles, universidades o industrias que languidecen y se agostan en los trámites y obstáculos de una administración decididamente incompetente. Canarias no es pobre como producto de una maldición divina o de un hecho geográfico, sino como consecuencia de una burguesía incapaz de prosperar debido a su propia desidia. Seiscientas mil personas viven en esta tierra en exclusión social. Y suma y sigue.

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