eldia.es

eldia.es

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Entender + con la Historia

Dos de mayo, de la historia al mito

En otoño de 1807 Napoleón convenció a Carlos IV y a su hijo, el futuro Fernando VII, que le dejaran cruzar España para conquistar Portugal. El objetivo, les aseguró, era dominar la costa atlántica para ahogar al Imperio británico. Y como les prometió que les regalaría el reino portugués, se lo creyeron. Esto permitió que el ejército de Francia entrase sin dificultad alguna, pero su comportamiento no era nada amistoso. Ocupó las plazas fuertes ante la indignación del pueblo, que no entendía por qué el rey no hacía nada; pero es que los borbones estaban más preocupados en hacerse la puñeta que en organizar la defensa. De hecho, Napoleón logró que padre e hijo se trasladaran a Bayona, que se convirtió en una jaula dorada para el monarca y el heredero. En Madrid solo quedó una pequeña representación de su familia, pero por poco tiempo.

Asalto al Palacio Real

La mañana del 2 de mayo de 1808 las fuerzas napoleónicas comandadas por Murat quisieron evacuarlos del Palacio Real para trasladarlos a Francia. Fue la chispa que faltaba para encender la llama de la rabia. La gente intentó asaltar el palacio y las tropas galas abrieron fuego. La ciudad fue un campo de batalla y las calles madrileñas se tiñeron de sangre. Por más que lo intentaron, los habitantes de la capital nada pudieron hacer contra un ejército de 30.000 hombres que reprimió la revuelta sin contemplaciones. Para escarmentarlos, al día siguiente Murat mandó fusilar a los prisioneros. Algunas fuentes cifran en 400 los asesinatos.

Aquellas jornadas de primavera quedaron grabadas en la memoria colectiva de quienes lo vivieron. No es de extrañar, pues, que a partir de 1811 cuando las tropas invasoras ya se habían retirado, se convirtiera en un evento a conmemorar.

Como siempre ocurre con los hechos que sirven para articular la identidad de un colectivo, su interpretación varía según el contexto político de cada momento. Y aunque ahora el 2 de mayo solo sea el día de la Comunidad de Madrid, durante diferentes momentos se intentó transformar en una fiesta nacional española. Ya ocurrió en los primeros años, cuando se ponía el acento en la libertad de los individuos que habían decidido hacer frente a los invasores. En cambio, cuando Fernando VII regresó a España desde Bayona para sentarse en el trono, la fiesta dio un giro conservador para enaltecer la monarquía y atacar todo lo procedente del exterior (hay que decir que la xenofobia antifrancesa ha caracterizado la identidad española durante mucho tiempo). Para recordar los hechos se organizaba una procesión cívica por los puntos donde se habían producido los hechos más importantes de aquella jornada, se disparaban salvas durante todo el día, se oficiaba una misa en memoria de los caídos y se cerraba el programa con un desfile militar por el paseo del Prado.

Con el paso de las décadas, la celebración fue perdiendo importancia hasta llegar al centenario. En 1908 todo lo relacionado con la guerra contra Napoleón volvió a estar de moda y esto favoreció la recuperación de la memoria del 2 de mayo, tendencia que fue a más durante la dictadura de Primo de Rivera.

En 1931 se vivió una de las celebraciones más especiales. Se acababa de proclamar la Segunda República y la ciudadanía estaba tan eufórica que cuando los soldados desfilaron los acompañaron con vivas, aplausos y abrazos. Sin embargo, el gobierno central se desentendió de la fiesta y quedó relegada a la esfera local. En cambio, durante el Bienio Conservador se le volvió a dar valor, haciendo hincapié en la defensa contra la injerencia extranjera en una clara analogía contra el comunismo internacionalista.

Durante la guerra civil, el mito fue aprovechado por ambos bandos como herramienta de propaganda y por supuesto el franquismo también lo utilizó. Designada fiesta nacional, sirvió para reforzar la idea de una España castrense y antiextranjera. Por el contrario, durante la Transición cayó del calendario de festivos. Sin embargo, se reactivó la verbena popular del 2 de mayo, paso previo para que en 1983 se instaurara como día de la Comunidad.

Compartir el artículo

stats