eldia.es

eldia.es

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Juan Cruz Ruiz

Dolores, Elsa, Andrea

Rabia de no tenerla. Una luz de inteligencia, atrevimiento de la poesía. Iba con sus hermanas maravillosas y se reían como si estuvieran naciendo. Su escritura nunca le nubló la razón de estar con otros, ayudando a que la vida fuera como un amanecer soleado. Una periodista. Afanosa, su rigor era también un tributo a la compasión que debe asistir a quien informa. Nunca la vi, en las distintas personas públicas que fue, como alguien que quisiera que no tuvieran voz los otros, no alzaba la voz, la comprimía, era tan generosa como sus ojos. Te miraba llegar y ya para ella eras un acontecimiento, ella tendía a desaparecer detrás de sus preguntas, le interesaba más saber cómo te iba que lo que ella pudiera contar, y a lo mejor llevaba debajo de miles de papeles un libro reciente. Nos la quitó muy pronto, tan temprano, el peor de los azares, la muerte, y jamás se olvida, jamás nos olvidamos de la impar Dolores Campos Herrero.

El mar en el cuerpo. Es natural que la recuerde riendo, en un charco salado de su isla, volviendo del mar, nos mira a todos como si ella siguiera en el agua. Su pelo negro, sus ojos escrutando las piedritas que se incrustaban en sus dedos desnudos. El sol secando su cuerpo y el aire golpeando suave sus sienes. Por ser anfitriona se convirtió, en su isla y más allá, en una especie de Kim de la India, la amiga de todo el mundo, se despojaba de sus pertenencias, de su comida, de su inspiración incluso, para que todo lo de este mundo, de su mundo, fuera también de otros. Engendró seres maravillosos, sus hijos, que han prolongado su mirada sin ira, con la pasión de ayudar a quienes se acerquen a que le publique un libro o a que lo lean… Ahora la han premiado en las islas y yo me he acordado de su voz cordial buscando salud para los otros, y, cómo no, también me acuerdo de ella asomada a su ventana de Garafía, con Manolo al lado, riendo, ahí está Elsa López.

Atrevimiento de la sintaxis. Llegó como una guagua llena, como un tranvía misterioso, traía el aire de Icod y de sí misma, era un resplandor en la isla, un asombro que se atrevió, sobre todo, con la sintaxis, y produjo con ese atrevimiento un libro que tardará años en ser verdaderamente apreciado entre nosotros, porque ella vino a romper ese concepto de la ¿literatura? en virtud del cual todo tiene que ser como ya fue. Ese monumento literario hoy se asocia a un título que no se parece a ninguno y que, por cierto, ataca el alma y los bronquios de los isleños que padecemos asma. Y en realidad ese libro maravilloso, por el que un día la premiarán y la reconocerán también los que la han mirado esquivos, es un lenitivo de aire libre sobre la literatura de aquí y de cualquier parte. La he visto sólo una vez en la vida, ella celebraba el libro de un amigo, y estaba, como todos, oculta tras la mascarilla contemporánea. Luego la entrevisté, a través del Skype. Su inteligencia es deslumbrante, su texto es genial exactamente. Es una gran alegría que las letras canarias, y las universales, tengan en su diccionario mayor el nombre propio de la autora de Panza de burro, Andrea Abreu.

Compartir el artículo

stats