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Luis Ortega

Gentes y asuntos

Luis Ortega

Acuerdos de futuro

En la última columna dedicada al Volcán Cabeza de Vaca saludé con optimismo la aprobación de la nueva e imprescindible carretera entre Tazacorte y Puerto Naos –treinta y ocho millones de euros de presupuesto, cinco kilómetros y medio de trazado y unos cinco meses de ejecución– como un factor fundamental de la ansiada reconstrucción. Estudiado, redactado e impulsado por los departamentos de infraestructuras del Estado y la Comunidad autónoma, el proyecto contaba, y cuenta, con el pleno apoyo de los tres ayuntamientos del Valle de Aridane y del Cabildo Insular, y, contempla y garantiza, de una parte, el objetivo central y social de comunicar núcleos poblacionales aislados por la lava y, de otra, las preceptivas indemnizaciones para los propietarios afectados por la obra.

Desde el 18 de marzo de 2022 pensamos, con sincero optimismo, que la imprescindible y ansiada comunicación del litoral de Tazacorte y Los Llanos de Aridane se inscribía en la unanimidad positiva que presidió las actuaciones públicas durante la erupción. Pero, enseguida, el gozo en el pozo, aparecieron reticencias: algún ciudadano airado que expone libremente su desacuerdo y advierte con acciones legales y movilizaciones con cuantificación tasada: 500 vecinos dispuestos a encadenarse. Y, a la vez, una sociedad de productores y exportadores advierte de la pérdida de diez hectáreas de plataneras, que se unen a las doscientas veinte desaparecidas en la catástrofe, y sugieren nuevas alternativas de trazado, construcción sobre las coladas y otros etcéteras posibles.

Con todo el derecho de los estados democráticos, aunque con retraso, unos y otros plantean oposiciones y sugerencias que cuestionan –eso no es delito ni pecado– el trabajo de los técnicos redactores y, a la vez, la competencia, legitimidad y unanimidad de los poderes públicos que aprobaron el proyecto, su urgencia y prioridad que, en esta y en todas las crisis, tiene la atención de las personas. Esas informaciones aireadas en los medios me llevó a interesarme por datos del proyecto, además de los básicos con los que abro el escrito, y veo, con deseada tranquilidad, que la superficie platanera afectada por la futura carretera sólo alcanza las 3,2 hectáreas; o sea, que el daño es más venial de lo previsto y que, felizmente, los trabajos de topografía comenzaron después de las vacaciones de la pasada pascua.

Cuando se consumó y se evaluó la magnitud de la catástrofe y emergió, como solución y esperanza, la reconstrucción algunos creímos –con ingenuidad impropia de nuestros años– que esta acción contaría con el estudio serio y el debate profundo de las fuerzas políticas, los representantes sociales y económicos y que, por su calado, tendría contemplado y asegurado el marco y el compromiso insular –setecientos kilómetros cuadrados y ochenta mil habitantes– y que todo lo que se hiciera sin esa perspectiva y ambición sería en beneficio de partes, respetables pero fracciones del todo. Modelo de resiliencia y sensatez en circunstancias difíciles, en esta encrucijada los palmeros debemos salir de la crisis más fuertes y unidos que nunca, liberados de los intereses pequeños, las rivalidades localistas y las conveniencias de parte; capaces, como en momentos estelares de nuestra historia, de llegar a acuerdos de amplia base con las concesiones necesarias en aras del interés general que existe, pese a que los pícaros y los holgazanes lo nieguen, y que es el camino para salir del estancamiento y decadencia que castiga a las sociedades conformistas. Celebro una etapa crucial de nuestra reconstrucción: la nueva carretera del litoral de Aridane, el corredor que resuelva carencias y apunte al futuro que merecemos y pido, reclamo, que se resuelva sin excusas en el breve tiempo tasado.

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