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Jorge Bethencourt

Manual de objeciones

Jorge Bethencourt

La Caja de Pandora

Un juzgado de Madrid ha abierto causa contra dos empresarios que ganaron seis millones de euros al vender material sanitario al Ayuntamiento de Madrid. Obviamente ganar dinero no es delito, pero el relato prejudicial establece que gran parte del material era defectuoso y que obtuvieron un trato privilegiado. Habrá que ver en qué acaba la cosa. Porque en España se compraron, incluso por el Ministerio de Sanidad, tests de antígenos y pruebas PCR que hubo que devolver porque resultaron un petardo.

Es un hecho que con la compra de mascarillas, equipos de protección individual y tests de antígenos, muchas personas en toda España se pusieron las botas, el chaleco y el sombrero de copa. Y que las administraciones públicas decidieron comprar sin control y sin mirar precios, por razones de urgencia, decenas de millones de euros de material sanitario (además de adjudicar obras y servicios a dedo, aprovechándose de la pandemia). Porque el Gobierno español fue incapaz de organizar la compra centralizada y eficiente de un material que de la noche a la mañana se volvió imprescindible.

¿Se va a hacer una causa general por esas compras en donde algunos listos muy listos se aprovecharon de las urgencias y la imprevisión pública para vender mercancía mayormente comprada en China, a precio de oro? Si fuera así deberían empezar a construir una cárcel del tamaño de la Alcarria para meter a todo el que se ha forrado con el asunto del coronavirus.

En este país de Rinconete y Cortadillo pasó de todo. Por aquí aparecieron trajes de protección que parecían confeccionados con bolsas de basura. Mascarillas con la misma eficacia protectora que envolverse la cara con papel higiénico. Y pruebas fake de detección del coronavirus que lo único que detectaban es la estupidez del primo que las compró en una empresa china dedicada a la producción de chancletas, pero que, misteriosamente, se convirtió coyunturalmente en proveedora de material sanitario.

En la campaña mediática a los empresarios les acusan de gastar sus escandalosos beneficios en coches de lujo, relojes y un barco. Pero uno con su dinero hace lo que quiera. Lo que hay que demostrar es que estafaron a la administración. Si lo hicieron ellos y otros muchos en el resto del país. Si abren la caja de Pandora de todas las adquisiciones y adjudicaciones dedocráticas de la pandemia les auguro que los escépticos podrán descubrir cómo se gasta el dinero de esos impuestos que no nos quieren bajar.

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