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El recorte

Ríanse un rato

Felipe González consiguió que el PSOE, en 1979, abandonara el marxismo. Pedro Sánchez lo ha vuelto a llevar al redil. Solo que al de los Hermanos Marx. La soledad es muy mala. Muy traicionera. Todos los grupos políticos están dispuestos a reconocer en el Congreso de los Diputados la soberanía del Sáhara Occidental, acusando al Gobierno de «abandonar y traicionar» al pueblo saharaui. El portavoz socialista en la cámara, el tinerfeño Héctor Gómez, sugirió ayer que podrían apoyar la propuesta. Los socialistas estarían dispuestos a votar a favor si en la redacción final no se incluyen críticas al giro del presidente Sánchez. ¿Pero esto qué es? Puro surrealismo. El partido que gobierna está dispuesto a aprobar una proposición no de ley contra la decisión de su gobierno. O sea, que la primera parte contratante ha decidido oponerse a la primera parte contratante, votando con la segunda parte contratante. Si no fuera un tema tan serio sería para descojonarse. Si se ha puesto la carreta antes que los bueyes, a Marruecos antes que al Polisario, lo coherente es asumir la decisión y defenderla. Porque hay argumentos. Lo del permanente postureo electoral es definitivamente ridículo.

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